La modelo Gisele Bündchen recibió su primera gran oportunidad sobre una pasarela cuando la contrataron para participar por primera vez en la Fashion Week de Londres en 1998.
Aunque en aquella época aún no era reconocida a nivel internacional y no encajaba en la estética heroin chicque imperaba en el mundo de la moda, fue reclutada igualmente para el desfile de Alexander McQueen, que acabaría siendo un espectáculo histórico.
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El problema es que ella tenía tan sólo 18 años y no hablaba casi inglés, por lo que no se atrevió a preguntar qué llevaría puesto cuando no lo comprendió la primera vez que se lo explicaron.
"Este fue uno de los momentos más traumáticos", contó Gisele a British Vogue al ver la foto de su look: una blusa plateada de tiras que mostraba sus senos y ropa interior a juego. "Solo fingí que entendía. Y dije: '¿Es una camiseta o algo así?'. No, era esto. Así que comencé a llorar en cuanto lo vi".
Gisele dijo que su maquillador le rogó que se calmara porque sus lágrimas amenazaban con arruinar su trabajo. Eventualmente consiguió retomar la compostura, pero por dentro sólo pensaba en qué diría su papá si algún día acababa viendo las fotos que le estaban sacando.
"Es por eso por lo que tengo el recuerdo de este desfile. Lo único que quería hacer era irme, pero ya sabes, es una de esas cosas que te hacen más fuerte", expresó la supermodelo.
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Gisele también sufrió "ansiedad y ataques de pánico" durante sus primeros días como modelo a pesar de que de cara al resto del mundo estaba viviendo el sueño de toda joven.
"Por dentro, sentí que había tocado fondo, comenzaba mi día con un frappuccino de moca con crema batida y tres cigarros, luego bebía una botella de vino todas las noches. Imagínense lo que eso le estaba haciendo a mi mente", compartió Bündchen.