Detrás de cada reportaje y cobertura hay una historia más profunda. La de un padre, hijo, esposo y amigo que encontró en su familia el sostén y la motivación para seguir adelante en cada momento.
Fue en Cancún, en medio de un viaje laboral, donde el destino acomodó las piezas del rompecabezas. Mientras los periodistas recorrían el hotel, sus caminos se encontraron. En aquel momento, él estaba con una novia española y ella… también iba acompañada. Fue hasta el día siguiente en el gimnasio del hotel que sus voces se encontraron y el reconocimiento fue instantáneo. Ahí estaba él, Alberto Peláez, la voz que Mónica había escuchado en un programa de televisión apenas un mes atrás. “Puse el noticiero y llega Héctor mi hermano y cambia de canal. Le dije, no, no, solo déjame ver el noticiero un segundo, quiero ver al chico de España… y de repente sale la nota de Alberto. Cuando lo vi en la tele, le dije a mi hermano que si yo le pidiera un deseo a Dios, sería conocerlo en persona. Y a los 30 días me encontré con Alberto en Cancún”, cuenta Mónica.