Parte 2: La polémica historia de la Fórmula 1 en México
Nota: Este artículo fue publicado en nuestra edición 352 en portada Carlos Slim Domit, Checo Pérez y Alejandro Soberón como el Dream Team que regresó la F1 a México. Si deseas aduirir dicha edición en versión digital puedes hacerlo en los siguientes links.
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PARTE 1: LA POLÉMICA HISTORIA DE LA FÓRMULA 1 EN MÉXICO
Tiempo de crisis (1986-1992)
La Fórmula 1 regresó 16 años después, en el peor momento posible y, sin embargo, logró sostenerse. En 1986, el país se encontraba inmerso en un largo periodo de crisis económicas que no le daban un respiro a los mexicanos. Un año antes, la ciudad capital había sido devastada por el terremoto; en 1987, la inflación llegó a niveles de 159%, aprendimos a vivir con muchos ceros que, años después, como por arte de magia, desaparecieron; también aprendimos el significado de los "pactos" como el de solidaridad económica y "apretarse el cinturón" fue el nuevo deporte nacional.
Eran los años en que se escuchaba en la radio a Timbiriche, Flans, Pandora, Thalía, Gloria Trevi, Alejandra Guzmán; sonaba el "Rock en tu idioma", la gente comentaba Cuna de lobos con la siniestra Catalina Creel y entre las artistas de la noche destacaba el show de Olga Breeskin en La Madelon. Las elecciones presidenciales se pusieron duras en 1988 y de pronto saltaron a la palestra Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Manuel J. Clouthier y Carlos Salinas de Gortari, que con un acto de prestidigitación orquestado por Manuel Bartlett se quedó con la Presidencia de la República a la mala.
Cuando se anunció que la Fórmula 1 regresaba a México para 1986, nuevos nombres que ya figuraban entre los grandes del automovilismo -o estaban por hacerlo- llegaron al Autódromo Hermanos Rodríguez; pilotos que escribirían la historia de la máxima categoría hasta los primeros años de la década de 1990: Alain Prost, Ayrton Senna, Nigel Mansell, Gerhard Berger, Riccardo Patrese, Satoru Nakajima e incluso en la última edición del Gran Premio de México en 1992 ya estaban presentes Michael Schumacher y Mika Häkkinen. Era 1986 y el Autódromo Hermanos Rodríguez estaba listo para reabrir sus puertas.
La organización siempre fue impecable, pero no faltaba el prietito en el arroz: muchos funcionarios públicos movían sus influencias para conseguir los mejores lugares o un gafete que les permitiera entrar a zonas exclusivas; la moda ochentera se veía en las gradas del autódromo, pero la mayoría de la gente no sabía nada acerca de la Fórmula 1; a la luz de nuestra situación económica actual, los precios en el autódromo rebasaban toda lógica: dos tortas y dos refrescos costaban 45 mil pesos. Por entonces, era in presumir que se había asistido a un Gran Premio.
Senna y Prost trajeron a México el pleito que sostenían dentro de la escudería McLaren, hasta que Prost se fue a Ferrari en 1990. Los aficionados recuerdan haber visto la extraordinaria forma de conducir del brasileño, pero también muchas poses de diva que asumió en México: en 1987, compitiendo para el equipo Lotus, Senna agarró a golpes a un oficial de pista por no haber empujado su auto como debía; en 1991 se volteó en la curva peraltada y en 1992 declaró que "no venía a México a morir", criticando severamente la pista del autódromo.
Pero a pesar de los dimes y diretes de algunos pilotos sobre el autódromo capitalino, la Fórmula 1 se politizó y eso determinó que la gran carpa volviera a irse del país. La semana previa al Gran Premio de 1992, los niveles de ozono rebasaron cuatro veces el nivel máximo aceptable por la Organización Mundial de la Salud. El regente del Departamento del Distrito Federal, Manuel Camacho Solís, se subió al tren de la ecología y se compró la versión de que los motores F1 eran altamente contaminantes. Los organizadores del GP trataron de explicarle con peras y manzanas que la versión era falsa, pero el regente no hizo caso. Ante la posibilidad de suspender el GP -con todas las localidades vendidas- se llegó a un acuerdo: la carrera se correría pero con una reducción de vueltas, de 69 a 62, y se agilizaría el tráfico en los alrededores de la Ciudad Deportiva, fue todo. La Federación Internacional de Automovilismo percibió que el asunto era político, así que al anunciar el calendario de carreras para 1993 ya no apareció México.
La tercera es la vencida
Tuvimos que esperar 23 años para que regresara la Fórmula 1 a México; nuevos nombres asoman en la parrilla de salida: Hamilton, Vettel, Alonso, Raikkonen, Rosberg, Massa y Checo Pérez, un mexicano más que se suma a la lista de pilotos nacionales que han corrido en la F1 -Ricardo y Pedro Rodríguez, Moisés Solana, Héctor Alonso Rebaque y Esteban Gutiérrez-.
México ha cambiado, dejó atrás el "milagro mexicano" y la época de las crisis para entrar en otra dinámica, para presentar al mundo un país que busca la modernidad pero tiene ataduras a su pasado reciente. Un país moderno pero con grandes rezagos; un país con visos del primer mundo, pero con una desigualdad lacerante. Y sin embargo, el autódromo vuelve a ser punto de reunión para los grandes aficionados, para los villamelones, para los curiosos. Al final, el GP es una nueva oportunidad para mostrar al mundo que, a pesar de todo, México sigue presente.