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El cambio, el motor del progreso personal

No hay progreso sin cambio. Todo el progreso requiere de cambios y muchas veces estos pueden ser constantes, fuertes y veloces.
lun 20 abril 2015 09:00 AM
No hay progreso sin cambio. Todo el progreso requiere de cambios y muchas veces estos pueden ser constantes, fuertes y veloces.
Michel Domit No hay progreso sin cambio. Todo el progreso requiere de cambios y muchas veces estos pueden ser constantes, fuertes y veloces. (Foto: Archivo Quién ®)
Sólo aceptando los cambios en tu vida podrás progresar.
Sólo aceptando los cambios en tu vida podrás progresar.

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Nota del editor: Michel Domit Gemayel (DF, 1953) es maestro espiritual, empresario y autor del best seller Ser, hacer y tener, en el que se basa su filosofía. Esta columna fue publicada en la edición 339 -Kim Kardashian en portada-, si quieres saber más de este número puedes adquirirlo en su versió digital en los siguientes links.

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El cambio es el Motor del Progreso, no te resistas a él. ¿Qué tan listo estás para el cambio? ¿Aceptas el cambio con buena actitud? ¿Te resistes a los cambios en tu vida? ¿Ante cambios obligados, te quedas en actitud de víctima? ¿Estás listo para salir de tu zona de confort? (Responde a todas estas preguntas por escrito, lee, reflexiona y anota, para que realmente tenga un verdadero impacto en ti).

Pero, ¿por qué algunas personas progresan y otras no? El secreto consiste en qué tan capaz eres de aceptar el cambio. La enorme diferencia entre la gente que avanza y que se mantiene sana física y espiritualmente es la actitud con la que se enfrentan a los cambios y a la vida. Tenemos que distinguir entre dos tipos principales de cambios:

1. El cambio voluntario: tú lo generas, a través de tus necesidades personales y de motu proprio. Este cambio representa para uno mismo, una mayor facilidad para ser asimilado.

2. El cambio involuntario obligado: dado, normalmente, por las circunstancias o por otra persona. Tú te ves atrapado. En estos casos, la resistencia al cambio será mayor y podrá estar acompañada de una gran angustia. Por ejemplo: un divorcio. Es muy diferente la angustia y la resistencia al cambio que experimenta el que toma la decisión del que no la toma, este tiene que asumir la decisión del otro. Es aquí donde tu actitud hará una diferencia en tu estado de conciencia, pudiendo disminuir enormemente la angustia o eliminarla por completo, sin caer en la autocompasión. La gente que se queda en este punto, tiende a llamar la atención de los demás buscando el apapacho, impidiendo a la persona crecer y pudiendo incluso hacer que enferme.

Y tú, ¿adoptas en ocasiones una actitud de autocompasión? LRA... ¿Qué tanto aceptas los cambios con la actitud de aprender algo nuevo? LRA...

Independientemente de si el cambio es voluntario o involuntario todo cambio implica sacrificios. Tenemos que elegir, pudiendo venir situaciones mejores pero también podremos echar en falta cosas que dejamos atrás al adoptar el cambio.

Para la persona que ya entendió que ha venido a esta vida principalmente a aprender, le será mucho más sencillo entender que cuando la necesidad de un cambio se presenta, hay que dejar atrás el apego, las costumbres y los esquemas a los que tantas veces nos aferramos. El que se resiste al cambio, a soltar y a dejar ir, normalmente puede sufrir lo indecible ante cada variación y hacer mucho más largo el tiempo requerido, o incluso nunca lograrlo. Además, en algunas ocasiones puede terminar derivando en un estado depresivo lleno de amargura, desdicha y tristeza.

Los seres humanos tenemos que comprender que venimos a esta vida de paso, y que en ella nada es para siempre. Hay que aprender a fluir y a permitir que los cambios transformen nuestra vida rápidamente, buscando siempre que sea para bien y comprendiendo que es necesario. Pero, ¿qué significa fluir? Me gustaría invitarte a reflexionar sobre la siguiente anécdota.

APRENDE A DEJARTE LLEVAR

En un ocasión debía encontrarme con mi hijo Daniel, que tenía apenas 12 años, en el aeropuerto de Boston mientras yo salía de Londres. Intentaba pagar mi cuenta del hotel con rapidez para marcharme al aeropuerto, sin embargo la señora que estaba adelante de mí platicaba largo y tendido con el cajero.

Yo me encontraba tenso, angustiado y la señora mientras más notaba mi tensión, más platicaba con el cajero. En un momento me notó verdaderamente molesto y se volteó hacia a mí y con una gran sonrisa me dijo: "Patience is the name of the game" (la Paciencia "paz-ciencia" es el nombre del juego), y regresó a su plática. Yo quería golpearla, estaba furioso, pero desde luego me contuve, hasta que terminó de platicar y se marchó. Acto seguido, pagué y salí corriendo en dirección al aeropuerto.

Para mi desesperación, el taxi marchaba lentamente y el tráfico era sumamente pesado. Llegué al aeropuerto tarde y cuando traté de checar en el mostrador la señorita me dijo que el vuelo estaba cerrado. Desesperado, le expliqué mi situación, pidiéndole que por favor me permitiera tomar el vuelo. Incluso pedí hablar con el supervisor pero fue inútil, en ese momento estaba realmente fuera de mis casillas. Cuando el avión comenzaba a despegarse de la puerta fue cuando me di por vencido. Traté de llamar a la escuela de mi hijo para avisarles del contratiempo y cuando estaba ante el teléfono público, recordé las palabras "Patience is the name of the game"... Cerré mis ojos y dije: "Dios mío me pongo en tus manos, hágase tu voluntad" y, como por arte de magia, llegó una de las señoritas del mostrador, y me dijo: "He visto su desesperación y logré conseguirle otro vuelo, con otra línea aérea que está por salir en media hora, ¡corra!". Conseguí tomar ese otro vuelo y a mi lado se sentó una señora con una belleza espiritual extraordinaria, que a lo largo del vuelo me dio algunas de las lecciones más importantes de mi vida...

Finalmente, pude llegar a tiempo al aeropuerto de Boston y encontrarme con mi hijo, mucho más contento y enriquecido que si hubiera tomado el vuelo inicial. Para mí, este es indudablemente un claro ejemplo de que muchas veces hay que aprender a fluir y conservar la "paz-ciencia".

Entonces, ¿sería mejor fluir en el río de la vida o continuar trazándonos metas y objetivos estrictos? LRA...

Ambas opciones son válidas, sin embargo tenemos que entender que en la vida muchas veces se nos presentan situaciones imprevisibles que hacen que nuestros cálculos fracasen. Y es, justamente, en esos fracasos donde se encuentra la semilla del aprendizaje, del crecimiento y finalmente de la sabiduría.

Si tu actitud es negativa, será mucho más difícil transmutar la energía y dejar atrás el enojo para convertirlo en comprensión y aprendizaje. Entre más facilidad tengas para dejarte llevar, mucho más fácil será poder vivir feliz y contento. No tienes que olvidar tus sueños y tus metas, al contrario, esto te permitirá alinearlas con el flujo de la vida y de la energía, y estar abierto a cualquier imprevisto, adaptándote y sacándolo adelante. Sólo con actitud positiva podremos interpretar nuestros fracasos y lograr un crecimiento en todos sentidos. No todos los cambios te van a gustar, aprende de ellos, acéptalos rápidamente y déjate fluir con la vida. El que no cambia no avanza ni progresa.

Hoy te invito a cambiar, avanzar y vivir lleno de prosperidad, a no sufrir, no autocompadecerte y ser, por ende, la persona más optimista.

Me encantaría transmitirte más información y la metodología de trabajo, compartiéndote el libro que escribí: Ser, Hacer y Tener, de forma gratuita. Así como también los discos de meditación.

Para mayor información, aclarar duda o darme tus comentarios por favor escríbeme a micheld@elsantuario.com

Dios contigo.

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