Alejandra de Cima Aldrete nos abre su corazón
Cuando Ale tenía 30 años, en 2002, le encontraron una bolita en el seno, el diagnóstico no fue alentador, se trataba de cáncer.
Sin tiempo de siquiera analizarlo, se lanzó a la batalla como una verdadera guerrera y en octubre de hace 10 años, junto con Bertha Aguilar, decidió crear Fundación Cim*ab para compartir con miles de mujeres su esperanza de vivir.
Alejandra renació, el cáncer de mama la convirtió en una mujer más fuerte y decidida... Actualmente vive feliz con su familia fuera de México, pero siempre está al pendiente de su organización.
¿Cuándo comenzaste a involucrarte en el mundo altruista?
Comencé en el 2001, después de haberme curado de un cáncer de mama que me obligó a detenerme de forma natural para priorizar situaciones y valores en mi vida...
¿Qué significa para ti ayudar?
Es simplemente una forma de vida, una actitud ante la sociedad en la que vivimos. Es una gratificación y comportamiento consciente y sincero.
¿Qué se siente renacer, cómo has vivido este proceso?
Con mucho miedo al inicio, pero afortunadamente va desapareciendo poco a poco. No es un proceso fácil, pero con humildad y aceptación se va aprendiendo a caminarlo y hasta a disfrutarlo.
Renací no sólo física, sino también emocionalmente, fue una oportunidad de retomar caminos y modificar los andados.
¿Cuál es tu responsabilidad de ser, junto con Bertha, la pionera en fundaciones que informan y ayudan a las mujeres con cáncer de mama?
Es una responsabilidad que adoptamos con conciencia y mucho entusiasmo hace ya diez años. El entusiasmo no disminuye, sólo aumenta la responsabilidad por habernos convertido en una asociación pilar para muchísimas mujeres mexicanas.
Somos una puerta importantísima para estas mujeres y sus familias, es un peso grande, pero que hemos cargado con gusto y estamos dispuestas a seguir haciéndolo.
¿Cuál ha sido el mayor reto de tu vida?
El reto de ser madre... Y no cualquiera, sino la mejor.
Cuéntanos alguna anécdota que hayas vivido con las mujeres que ayudaste en la fundación durante los primeros años de esta labor.
El hecho de haber sido inspiración y fuerza para muchas mujeres en momentos difíciles es, sin duda alguna, parte importante de muchas anécdotas que escuché. Las visitas a los diferentes reclusorios de la Ciudad de México para explicar a las reclusas los riesgos y cuidados ante el cáncer de mama es también historia interesante.
Si pudieras cambiar algo de tu vida, ¿qué sería y por qué?
Creo que si pudiera cambiar el hecho de haber tenido cáncer, lo haría. Me gustaría haber tenido el mismo "despertar" que experimenté sin necesidad de haber padecido la enfermedad.