Paulina Díaz Ordaz, una mamá con onda
La empresaria tiene un clóset de envidia, pues como toda mujer no se resiste al shopping de ropa, zapatos y accesorios y ni qué decir de su casa, también le encanta coleccionar obras de arte y antigüedades, pero sin duda, sus mayores tesoros son sus hijos: Paulina de cuatro años, Pamela de dos y Santiago de cuatro meses.
Estos tres pequeñitos son quienes le ponen la sal y la pimienta a la vida de Paulina con sus múltiples ocurrencias y sus sonrisas angelicales.
También ha pasado días difíciles, pues su tercer bebé pasó un mes en terapia intensiva al nacer y eso le causó uno de los dolores más grandes que ha experimentado, por fortuna ahora esto se convirtió en un recuerdo.
La familia Sesma Díaz Ordaz ha cerrado la fábrica y ahora sí se encuentra lista para disfrutar la vida en familia.
¿Cómo cambió tu vida el convertirte en madre?
Cambio 180 grados. Típico que te dicen "duerme bien porque cuando seas mamá no vas a poder" y no lo crees hasta que lo vives, pero en realidad no vuelves a dormir, quieres velar sus sueños, te despiertas con cualquier ruidito y corres a ver que estén bien.
¿Qué representa en tu vida esta etapa?
Mi familia, en general, es lo más importante para mí y esta etapa es muy divertida. Es un cambio difícil, pero lo puedes manejar. Nosotros (Chucho y yo), seguimos saliendo en la noche con nuestros amigos, pero también les damos tiempo a nuestros hijos. Además ellos quieren independencia, tampoco te quieren en sus fiestas, así que hay tiempo para todos.
¿Desde cuándo deseabas ser madre?
Sentía que no iba a ser una buena mamá porque salía mucho y era muy independiente. La verdad no estaba dentro de mis prioridades hasta que dije ‘estoy en edad de serlo'. Ahora no me imagino la vida sin ellos, me cambiaron la vida increíblemente.
¿Cuál es el consejo que más atesoras de tu madre y que ahora aplicas con tus hijos?
No es un consejo, se escucha cursi, pero la diferencia son esas cosas que tu madre te decía y no entiendes hasta que tienes a tus hijos. Mi mamá me pedía que la llamara para saber dónde estaba porque se angustiaba y yo pensaba que era rara, pero ahora entiendo que en verdad necesitaba saber que estaba bien, porque yo hago lo mismo.
¿Cómo te describes como mamá?
Soy un barco, soy la buena gente, su papá es quien las regaña y luego me dice que también debo corregirlas y trato de hacerlo, pero no puedo.
¿Con qué imagen te gustaría que tus hijos te recuerden en un futuro?
Que me vean como yo veo a mi mamá. Una persona súper fuerte, independiente y admirable. Que mis hijos me admiren y digan ‘wow, mi mamá'.
¿Cuál es la anécdota que más recuerdas haber vivido con tus hijos?
Hay anécdotas diarias con los niños... Cuando empiezan a hablar o que inventen palabras o revuelvan el inglés con el español. Cuando Pam hace una travesura, que es la más tremenda, te mueres de risa. Pau es más tranquila, pero también tiene puntadas divertidas.
¿Cuál es el juego que más disfrutan juntos?
Les encanta que las persiga y las asuste, se atacan de risa, me encanta que no puedan parar de reír.
Pua y Pam tienen mucha pila, pero ella asegura que siempre es la más entretenida a la hora de jugar. También confiesa que cuando van a una juguetería es quien elije más muñecas para comprar, por eso se considera una mamá muy divertida y, lo mismo hará con Santi, aunque sea varón.
"Debo aprender juegos de niños, ya les dije a mis hijas que ahora no podemos jugar a maquillarnos o ver películas sólo de princesas, pues tenemos que comenzar a incluir a su hermanito. Mi vida como mamá reinicia", finaliza Pau.