Ahora que el Príncipe Harry estrena década, analizamos cómo el camino que ha tomado quizá es el único que podía transitar debido al rol que le tocó jugar en su familia, a la infancia que tuvo y a su personalidad. Se esté a favor o en contra de sus decisiones, el hecho es que la vida de un rebelde con causa siempre será más interesante que la de quien se somete al orden establecido.
Desde que llegó al mundo llamó la atención por ser pelirrojo, característica que operó en su contra como narra en su libro Spare (2023), donde recuerda que a su papá, el rey Charles, le gustaba contar historias y terminar “filosofando”: “¿Quién sabe si soy realmente el príncipe de Gales? ¿Quién sabe si soy tu verdadero padre?”, relata Harry. “Reía cuando era una broma cero divertida dados los rumores de que mi papá era James Hewitt, un examante de mi mamá. Una causa de ese rumor era el flamante pelo rojo del mayor Hewitt, pero otra causa era el sadismo”, cuenta. Creció con la sensación de ser el outsider, el de “repuesto” (Spare) por su posición número tres en la línea de sucesión al trono. Todo se agravó cuando, a dos semanas de su cumpleaños 13, su madre, la princesa Diana, falleció en París en un accidente automovilístico causado por el acoso de los paparazzi el 31 de agosto de 1997.
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La infancia atípica del príncipe Harry
Nacido en un mundo lleno de reglas, rutas predeterminadas, expectativas y mucha presión, el actual duque de Sussex heredó del lado materno el ímpetu de buscar caminos que le permitieran vivir de una forma más congruente con él mismo.
Y es que aun cuando Harry y William crecieron en palacios, tuvieron educación de primer nivel y privilegios de todo tipo, Diana quiso que sus hijos también se expusieran a experiencias más “normales”, así que los llevaba a comer a lugares comunes como McDonalds, de viaje a Disneylandia y de visita a clínicas para enfermos de sida o a refugios para gente sin hogar.
Lamiendo champaña
Harry siempre ha sido descrito como un tipo alegre, ingenioso y bromista. No en balde era el consentido de la reina Isabel, quien no lograba resistirse al encanto de su nieto que conseguía sacarle algún gesto de complicidad aun en los momentos más protocolarios. Con la crianza que recibió de opuestos tan contrastantes (el mundo del palacio y el más “normal” que experimentó a través de Diana), la carga emocional que llevaba en su interior –en 2017 confesó que tras la muerte de su madre pasó por episodios de ansiedad y que estuvo a punto de sufrir un colapso nervioso en varias ocasiones– y su carácter impulsivo, resulta poco sorprendente que el príncipe haya abusado del alcohol en su juventud e incluso haya consumido, según su propia admisión, otras sustancias como cocaína, mariguana, hongos y ayahuasca.
Anécdotas sobran, como cuando a sus 22 años se encontró y brindó con Madonna y Guy Ritchie en un antro londinense llamado Mahiki, donde agarró tal nivel de fiesta que se le pudo ver lamiendo la champaña derramada que había en su mesa. O aquella vez en que se filtraron fotos donde un Harry de 28 años aparece desnudo en un hotel de Las Vegas tras perder –se puede deducir– en el poker de prendas. En una segunda imagen, se le ve abrazando por atrás a una mujer –también desnuda– cerca de una mesa de billar. Claramente, cuando tu abuela es la reina, lo que sucede en Las Vegas no se queda en Las Vegas.
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Cupido sin flechas para el príncipe Harry
Harry declaró que le era difícil encontrar pareja, pues el hecho de estar con alguien como él implicaba cumplir con una serie de reglas estrictas y una agenda llena de compromisos, y las mujeres de su círculo social, con dinero y títulos nobiliarios, no tienen la necesidad de trabajar, en especial cuando no existe la posibilidad de algún día convertirse en reina… una motivación que sí tuvo Kate Middleton al casarse con William.
No se puede decir que el príncipe no intentó conectar con alguien de su mundo. Medio inestable, pero de 2004 a 2009 tuvo una relación con la aristócrata Chelsy Davy y entre 2012 y 2014 con Cressida Bonas, a quien conoció a través de su prima, la princesa Eugenia. De ambas se separó en buenos términos y las dos asistieron a su boda.
Meghan Markle y el 'Megxit'
El que sin duda ha sido el máximo acto de rebeldía de Harry fue su elección de esposa. Al enamorarse en 2016 y casarse en 2018 con Meghan Markle no solo eligió a una mujer con características que la volvieron blanco de ataques de parte del sector más retrógrado y cruel de la prensa y la sociedad británica –como ser de ascendencia afroamericana, actriz y proveniente de una familia de clase media y conflictiva–, sino que además escogió a alguien que no estaba dispuesta a ignorar sus necesidades por el bien de una institución.
Como bien se sabe, los mencionados ataques, así como las restricciones e intrigas de la vida palaciega le cobraron una cuota tan alta a Meghan que llegó a tener pensamientos suicidas. El sufrimiento de su esposa no hizo más que recordarle a Harry el de su propia madre quien, atrapada en una jaula de oro, pasó etapas amargas al sentirse incomprendida y sola frente a la depresión que padeció por años. Ante la posición que tomó la casa real al negarse no solo a defender a Meghan frente a los ataques de todo tipo que constantemente recibía –y recibe– de parte de la prensa, sino también a que ella contara con ayuda psicológica, en 2020 llegó el Megxit (portmanteau de las palabras “Meghan” y “exit”, inspirado en el famoso Brexit), el cual consistió en que los duques de Sussex dejaran sus roles como miembros senior de la familia real británica, dividieran su tiempo entre el Reino Unido y Estados Unidos, se independizaran financieramente y representaran a la monarquía en contadas ocasiones.
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Lazos rotos: el príncipe Harry y la Familia Real
Todo lo sucedido a partir de su relación con Meghan desgastó el vínculo del príncipe con su padre, hermano y cuñada. Pero lo que acabó de romper los lazos, quizá de manera definitiva, es Spare, el libro donde revela historias y conjeturas que no dejan nada bien parados a William y a los reyes Charles y Camilla. Para Harry, sus familiares son rehenes de la prensa, pues depende del tipo de cobertura que les den si serán odiados o apoyados por sus súbditos. De acuerdo con él, esta es la razón por la que nunca lo han defendido, ni a su esposa, pues los ofrecieron como “carne de cañón” de los tabloides. Para su padre y hermano, Harry es básicamente un niño que ha llegado demasiado lejos en su berrinche, al punto de convertirse en un traidor de la casa real al ventanearla desde la posición privilegiada que tuvo como miembro central.
En febrero, Harry fue a visitar a su padre tras la noticia de que padecía cáncer y parece que hubo cierto acercamiento entre ambos. Pero en su visita de mayo pasado ni el rey ni William lo recibieron y se dice que ya ni siquiera le devuelven las llamadas. Todo lo contrario con los Spencer (los hermanos y sobrinos de Diana), con quienes mantiene una relación muy cálida.
Actualmente, la principal tensión se debe a que el duque de Sussex está preocupado por la seguridad de su familia. Tan es así que casi no hay imágenes disponibles de Archie o Lilibet (quienes ya tienen 5 y 3 años, respectivamente). Nunca los ha llevado al Reino Unido, pues la casa real se ha negado a darles protección en caso de que visiten el país y tampoco le han permitido que él pague de su bolsillo su propia seguridad, aun cuando las amenazas en su contra de parte de grupos extremistas están documentadas.
Harry: un inglés en busca del sueño americano
Han pasado cuatro años desde que los Sussex se mudaron a California. Instalados en una mansión de 21 millones de dólares y 16 habitaciones en Montecito, la pareja, que comparte vecindario con celebridades como Oprah Winfrey y Gwyneth Paltrow, ha vivido altas y bajas, pero a diferencia de años anteriores, en lo que va de 2024 no han sido ellos los que han acaparado los titulares, sino los Windsor, quienes del otro lado del Atlántico han enfrentado retos de salud con los diagnósticos de cáncer del rey Charles y su nuera, la princesa de Gales.
Harry y Meghan han seguido adelante con sus proyectos filantrópicos y negocios en el mundo del entretenimiento a través de su organización Archewell Inc. Con Netflix tienen dos series en el horno. En una veremos a Meghan “celebrando los placeres de la cocina”, como se anunció, y en la otra los espectadores tendrán “acceso sin precedentes al mundo del polo profesional”, donde Harry se mueve a sus anchas. Además, en mayo hicieron un viaje a Nigeria en calidad de embajadores de los Invictus Games (creados por Harry en 2014), y tuvieron tal éxito de relaciones públicas que otros países se están interesando en recibir el brillo de la “pareja-no-real” para darle visibilidad a iniciativas altruistas, culturales, artísticas, etc. Tal es el caso de Colombia, cuya vicepresidenta, Francia Márquez, ya anunció que los Sussex aceptaron su invitación para visitar Cartagena, Bogotá y Cali.
En el enfrentamiento entre Harry y la familia real inglesa puede que nunca haya ganadores o perdedores claros. Lo que sí es que vale la pena seguir al pendiente de los pasos del príncipe, quien llega a los 40 años sin un guion que seguir, busca aumentar su fortuna por méritos propios y actúa en congruencia con su vocación altruista, que heredó de su madre, la querida Diana.