Uno de los mayores escándalos a los que se enfrentó el príncipe Harry tuvo lugar en 2005, cuando aún se le consideraba el miembro rebelde de la familia real británica, un título que ha reclamado con fuerza en el último par de años.
Harry provocó una indignación generalizada al ir a una fiesta con temática "nativa y colonial" organizada por Richard Meade vestido con un traje militar y una esvástica en el brazo izquierdo.
La prensa británica se le echó encima por su falta de sensibilidad y la pregunta que todo el mundo se hacía era si nadie sabía lo que había planeado para decirle que era una idea terrible. En su libro de memorias, Harry insiste en que a su hermano mayor, el príncipe William, y a su cuñada Kate les pareció graciosísima y lo animaron a seguir adelante con ella.
Según Page Six, que ha obtenido una copia filtrada de sus próximas memorias 'Spare', Harry revelaque se debatía entre el polémico disfraz o un atuendo de piloto.
"Llamé a Willy y Kate y les pregunté qué pensaban. Uniforme nazi, dijeron. Se morían de la risa. Es peor que los leotardos de Willy. ¡Mucho más ridículo! Que, insisto, era el objetivo", escribe Harry.
En el tercer episodio de la docuserie que grabó para Netflix con su esposa Meghan, él reconoce que fue uno de los mayores errores de su vida y que lo hizo sentir terriblemente avergonzado. En su defensa, agrega que podría haber ignorado las críticas y esperar a que amainara la tormenta, pero en su lugar optó por informarse, aprender de sus errores, y asegurarse de que no volvería a cometerlos.
"Todo lo que quería era hacer lo correcto. Me senté y hablé con el Gran Rabino de Londres, que tuvo un profundo impacto en mí. Fui a Berlín y hablé con un superviviente del Holocausto", recordó ante las cámaras.