Margarita de Dinamarca se presentó ayer domingo a las puertas del palacio de Amalienborg muy sonriente y con el mismo vestido azul que ya lució durante las celebraciones por su Jubileo de Oro el pasado mes de septiembre.
La ocasión no era otra que la tradicional recepción y el banquete que la familia real danesa ofrece anualmente con motivo de la entrada del nuevo año. Sin embargo, esta vez la expectación era aún mayor debido a los roces de la reina con su segundo hijo, Joaquín, y a raíz de su decisión de adelgazar significativamente el núcleo de la familia real.
La monarca anunció hace tres meses que los cuatro hijos del príncipe, Nicolás, Félix, Henrik y Athena, perderían en 2023 su consideración de príncipes y princesas, una medida que causó un gran malestar y de la que no tuvo reparo alguno en pronunciarse tanto Joaquín como su actual esposa Marie, mamá de sus dos hijos menores. De la misma forma, la condesa Alexandra, exmujer del príncipe y mamá de sus retoños mayores, expresó en un comunicado la profunda decepción que la orden había generado en los nietos de la reina.
Con el paso del tiempo, Margarita habría conseguido limar asperezas con Joaquín y el acto de ayer, al que también acudió el heredero al trono, Federico, y su esposa Mary, sirvió para escenificar públicamente su reconciliación.
Joaquín asistió al evento, pero no así Marie ni sus hijos. El motivo era que uno de sus hijos estaba enfermo y que necesitaba estar a su lado para cuidarlo durante su convalecencia.
Joaquín, quien vive en París al trabajar en la embajada danesa, se mudará próximamente a Estados Unidos con toda su familia, por lo que es posible que la de ayer fuera su última aparición pública en Dinamarca al menos durante una larga temporada.
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La reina Margarita no quiso dejar pasar la oportunidad de hablar abiertamente del conflicto familiar, aparentemente ya superado, durante su discurso de Año Nuevo. Tras referirse a las "dificultades" que atraviesan todas las familias, algo de lo que no está exenta la monarquía, la soberana quiso dejar muy claro que sus ocho nietos son su "gran alegría" y se reafirmó en su convicción de que los cambios que experimentará la primera línea de representación de la casa real nada tienen que ver con el amor que les profesa a todos.
"Las dificultades y los desacuerdos pueden surgir en cualquier familia, incluida la mía. Todo el país fue testigo. Me duele que la relación con el príncipe Joaquín y la princesa Marie haya tenido problemas. Ahora vivimos un momento más tranquilo y reflexivo, estoy segura de que la familia afrontará el nuevo año con confianza y comprensión. Mis ocho nietos son mi gran alegría", expresó durante su alocución al país.