La familia real británica dio el inicio al periodo festivo con un almuerzo organizado en el castillo de Windsor y presidido por el rey Carlos III y la reina Camila.
Hasta 50 miembros de la monarquía se dieron cita en la residencia real donde se estableció Isabel II en su último año de vida para proyectar una imagen de unidad y continuidad.
Entre los invitados se encontraba el príncipe Eduardo, hermano del actual monarca, con su esposa Sofía Wessex y su hija Lady Louise, junto con la princesa Ana y su esposo Sir Timothy Laurence. Los grandes ausentes han sido, una vez más, Harry y Meghan.
Casi nadie esperaba que el matrimonio regresara a Reino Unido después del revuelo que causó su documental para Netflix.
Desde el palacio de Buckingham no ha habido una respuesta oficial, pero no cuesta imaginar que sus declaraciones habrán caído como un jarro de agua fría. Los duques de Sussex no dudaron en afirmar, entre otras muchas cosas, que la Institución había "arrojado a Meghan a los lobos" y que había favorecido descaradamente a su cuñada Kate, asegurándose de que ella recibiera un trato mucho más favorable por parte de la prensa.
Se cree que la asistencia a la reunión del martes es una señal de que el príncipe Harry y Meghan Markle se quedarán en su mansión de California durante las fiestas. El resto de la realeza pasará las Navidades en Sandringham por primera vez en tres años; la última reunión ocurrió en 2019, antes del inicio de la pandemia.
Su agenda durante la estancia en Norfolk suele incluir una visita matutina a la iglesia de St. Magdalena, un almuerzo familiar y una reunión cerca de la televisión para ver el discurso televisado del monarca a Gran Bretaña. Al parecer, Carlos rompió con la tradición y optó por grabar la que será su primera retransmisión navideña como rey.