Hace unos minutos llegó oficialmente a su final la segunda era isabelina, el ataúd de la reina Isabel IIdescendió a la Bóveda Real, para convertirse en la onceava monarca que tendrá su eterno descanso en terrenos del bastión más significativo de la familia real, el Castillo de Windsor.
El momento fue más que significativo, con la suma de todos los detalles protocolarios, pero también la simbología que marcan este final de la vida y de las obligaciones que Lilibet recibió sin tener que cumplirlas, debido a que originalmente era su tío Eduardo VIII, y no su papá Jorge VI, quien debía gobernar.