El príncipe Harry y Meghan Markle adoptaron a una perrita beagle de siete años cuya vida cambió de forma radical en las últimas semanas.
La perrita, llamada Mamma Mia, fue rescatada de un criadero estadounidense propiedad de una empresa de investigación farmacéutica por el proyecto Beagle Freedom que puso en marcha la abogada especializada en derechos de los animales Shannon Keith.
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Mamma Mia, mamá de ocho cachorritos, fue uno de los 4 mil perros usados para pruebas médicas que las autoridades incautaron el pasado mes de julio. Más de 300 cachorros murieron a lo largo de este año debido a las condiciones deplorables en que les mantenían, encerrados en jaulas y rodeados de suciedad, que violaban numerosas leyes.
Los perros incautados fueron transportados a diferentes albergues, entre ellos Beagle Freedom de California, donde los duques se encontraron con Mamma Mia.
"Los duques de Sussex son la familia más cariñosa, sensible y atenta que he conocido. Nos sentimos muy afortunados de que han apoyado nuestra iniciativa y hayan decidido adoptar un perro que ha sido maltratado. Eligieron adoptar a una perra llamada Mamma Mia, que la mayoría pasaría por alto porque es mayor, tiene problemas de salud y está traumatizada por su pasado. Me impresionó mucho su compromiso con el bienestar animal", dijo Shannon a People.
Meghan se encargó de llamarla personalmente para interesarse por visitar sus instalaciones porque estaba pensando adoptar un perro mayor y en cuanto vio a Mamma Mia tuvo claro que era la elegida.
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La duquesa vio a los cachorros pero rápidamente se 'enamoró' de la mamá. "No queremos un cachorrito. Queremos ayudar a un perro mayor", dijo Meghan a Shannon.
No es el primer beagle al que la ex actriz ayuda: cuando se mudó al Reino Unido en 2018 previo a su boda con el príncipe, se llevó a su perro Gus con ella. Incluso, dicen, tuvo una participación especial en la boda real.