La reina Isabel II contrajo el temido coronavirus el pasado mes de febrero y, aunque los síntomas que experimentó fueron de carácter leve, la monarca se vio obligada a cancelar todos los eventos que tenía programados en su agenda, así como numerosos encuentros virtuales.
La reina Isabel habla de las secuelas que le dejó el covid
Ahora la propia soberana admitió que, una vez superada la convalecencia, todavía experimenta evidentes signos de cansancio, extenuación en sus propias palabras.
Fue durante una videollamada con pacientes y profesionales médicos de servicio nacional de salud cuando Isabel, de 95 años, habló de su estado con total sinceridad.
"Me alegro de que se encuentren mejor. Una acaba muy cansada y exhausta tras la enfermedad, ¿no es así? Es una pandemia horrible, pero ha sido un placer tener la oportunidad de hablar hoy con ustedes", dice un extracto de su conversación de este fin de semana.
Esta última aparición pública sirvió para constatar que la reina sigue disfrutando de una salud de hierro, lo que no es incompatible con los achaques propios de la edad, pero hay que recordar que Isabel II decidió cancelar la semana pasada su presencia en un servicio religioso para celebrar la Semana Santa.
Serán el príncipe Carlos y su esposa, Camila, quienes acudan en representación de la monarca a la capilla de San Jorge del castillo de Windsor, donde se lleva a cabo la ceremonia en la que tradicionalmente nunca falta la reina.