Que los duques de Cambridge desean mudarse de su enorme y lujoso “Apartamento 1A” en el Palacio de Kensington no es novedad, pero hasta ahora poco se sabe de las razones específicas que los motivan a hacerlo. Hay quien dice que buscan una vida más tranquila fuera de Londres, mientras que otros piensan que la cercanía con la familia de Kate es otro factor importante.
La razón 'secreta' detrás de la mudanza de William y Kate a Windsor
Según The Sun y el Daily Mail, los planes han sido puestos en marcha y tanto los duques como sus tres hijos, los príncipes George, de 8 años, Charlotte, de 6, y Louis, de 3, harán maletas el próximo verano para mudarse a Windsor, a una corta distancia del castillo donde vive la reina Isabel.
Estar cerca de la monarca, próxima a cumplir 96 años, es importante para ellos, pero no es lo único que les interesa. “Por encima de todo, los duques quieren mantener al príncipe Andrés alejado de la reina. Su presencia junto a ella durante la misa de Felipe de Edimburgo dejó consternados tanto a William como a su padre, quienes no están conformes con que el príncipe Andrés pase tanto tiempo con su madre después de lo sucedido”, dijo una fuente al diario The Sun.
La reina Isabel hizo una fuerte declaración silenciosa de apoyo al elegir a Andrés como su acompañante al servicio religioso en honor al duque. Le permitió ir de su brazo hasta su asiento en la abadía de Westminster e hizo el viaje desde Windsor con ella. Todo esto, semanas después de haber resuelto de forma económica la demanda de abuso sexual de la que fue objeto, ligada al pedófilo Jeffrey Epstein.
Según The Mirror, tanto William como su padre, el príncipe Carlos, hicieron hasta lo imposible para evitar que Andrés tuviera un papel tan preponderante en el homenaje al duque, sin éxito. Es bien sabido que el duque de York es el hijo predilecto de la reina, y a quien más cerca tiene pues vive a pocos minutos del castillo de Windsor, en el Royal Lodge.
“No más”, parecen haber dicho William y Kate, quienes aparentemente se preparan para ser los nuevos vecinos –y mejor compañía– de Isabel II.