Mañana la mujer que conquistó el corazón del futuro monarca más conocido del mundo cumplirá 40 años y lo hace como favorita de los británicos, a los que no deja de sorprender; como recientemente hizo al probar sus dotes al piano, que le han valido el aplauso incluso de su maestro, de los 11 a los 13 años, Daniel Nicholls.
Alguna vez Nicholls aseguró que no veía para Kate un futuro como concertista de piano; ahora quizá lo podría reconsiderar. En la música también ha logrado lo impensable, como en julio de 2017, cuando tomó el bastón para dirigir a la renovada Hamburg Philharmonic State Orchestra, en la Sinfonía No. 5 de Beethoven.
La presencia de la duquesa de Cambridge da cierta certeza de la continuidad de la Casa Real de Windsor, más aún ante el riesgo (que a veces es más exagerado en el extranjero que en el propio Reino Unido) de una desaprobación generalizada al reinado del hoy príncipe de Gales y su suegro, Carlos, al lado de Camila, duquesa de Cornualles.
Hoy preocupa más a los británicos que la reina Isabel II encuentre estabilidad tras la muerte del príncipe Felipe, duque de Edimburgo; de la sucesión ya se preocuparán en su momento. Pero Middleton es una figura esencial para que esa transición sea más orgánica.
La agenda de Buckingham Palace se ha centrado en darle el mayor protagonismo posible a la familia Mountbatten-Windsor Middleton y no han fallado en el intento, luego de su traspié con quien creían se convertiría en el estandarte de su símbolo de modernidad, Meghan Markle.
Basta ver el revuelo que causó hoy Kensington Palace al publicar tres retratos para celebrar la llegada de Kate al cuarto piso, mañana. El estilismo del primero nos recuerda a las royals de antaño, como Sissi (Isabel de Baviera) en Austria o el de la mismísima emperatriz consorte, regente y princesa del Imperio Mexicano, Carlota.