El duque de Edimburgo, el príncipe Felipe, marido de la reina Isabel II, murió el pasado viernes a los 99 años, según anunció la Casa Real británica en un comunicado. "Es con gran pesar que Su Majestad la Reina anuncia la muerte de su amado marido, Su Alteza Real el príncipe Felipe, duque de Edimburgo", señaló el Palacio de Buckingham.
"Su Alteza Real murió pacíficamente esta mañana en el castillo de Windsor. Se harán nuevos anuncios a su debido momento", agregó. El comunicado oficial señala que la Familia Real británica "se une a la gente en todo el mundo para llorar esta pérdida".
Publicidad
Ahora, Richard Kay, corresponsal de Daily Mail, recabó información procedente de Palacio y logró describir cómo fueron los últimos días de vida del duque, quien lo único que deseaba era morir en su casa junto a su esposa, pues no quería terminar sus días postrado en la cama de un hospital.
"Cuando regresó a Windsor, dijo que no volvería a ningún hospital", aseguró una fuente. "Ahora la reina ha podido pagarle", comenta Kay en el medio británico, donde asegura que la pareja supo disfrutar unida hasta el final.
El personal del Palacio aseguró que el príncipe Felipe estaba "en buena forma". Contó que seguía leyendo y escribiendo cartas y que su debilitamiento fue gradual. Por lo tanto, las rutinas del Palacio se modificaron para amoldarse al estado y a las necesidades del papá del príncipe Carlos.
Además, señaló que el príncipe Felipe ya no tenía fuerzas para acompañar a su esposa a la hora de la comida, incluso había perdido el apetito y dormía casi todo el día, por lo que su comida era servida en una habitación y a menudo dejaba gran parte de los alimentos sin probar. Sin embargo, estaba lo suficientemente bien como para seguir hablando por teléfono con familiares y amigos cercanos.
Fuentes de Palacio aseguraron que en sus últimos días de vida, el duque disfrutó de momentos de alegría y lucidez que le permitieron estar en compañía de Isabel II, incluso relataron dos divertidas anécdotas; una de ellas, cuando al parecer, al duque se le cayeron unas gafas y un asistente acudió veloz para recogerlas.
"No importa", le dijo el príncipe Felipe levantando el brazo, "yo lo haré". Y lo hizo. Otra es cuando en Palacio se escuchó a la reina asegurar que su marido se negaba a utilizar su audífono: "Significa que tendremos que gritar", indicó a los funcionarios y asistentes reales.
Tras pasar 28 días en el hospital el mes pasado, a su regreso a casa, el duque se la pasó confinado en su habitación, aunque cuando se sentía mejor, vestía con camisa y suéter, pantalones y zapatos, aunque contaba con la ayuda de un asistente, en varias ocasiones aún podía hacerlo solo.
En el Palacio había días que, con dificultad, aún caminaba ayudado por un bastón. "Aparta esa cosa de mi vista", le dijo un día a su asistente que le acercó una silla de ruedas. Aun así, había ocasiones que pedía que le llevaran en silla a tomar el aire. En esos momentos se quedaba dormido, y a su lado, siempre estaba la reina Isabel.