Japón sigue negando los derechos de quien debería ser su futura emperatriz
Por ser mujer, Aiko, única hija del emperador Naruhito, no tendrá la posibilidad de ascender al trono del Crisantemo y ahora no se contempló que reciba el tradicional joyero al cumplir 20 años.
El imperio nipón, tan basto en riqueza cultural y de tradiciones, se ha rezagado en pleno siglo XXI en modificar su estricta ley sálica —esa que dicta que una mujer no puede acceder al trono de su país, aunque le pertenezca legítimamente por nacimiento— e insiste en no ceder en cuanto a los derechos de Aiko, princesa toshi, de Japón.
La única hija de los emperadores Masako y Naruhito debería sentarse en el trono del Crisantemo, sin embargo, los usos y costumbres no sólo de la dinastía Yamato (la casa imperial continua más antigua del mundo), sino del gobierno japonés, lo impedirán, toda vez que el primer ministro Yoshihide Suga, tradicionalista, optó por designar otro heredero.
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Aiko perdió la posibilidad de convertirse en la primera mujer, en más de 230 años, en ser cabeza de la familia imperial de Japón y sumarse a una línea, antes de la Restauración Meiji, de 10 emperatrices reinantes. Desde 1889, en la ley de la casa imperial, ya aparecía el impedimento para que ascienda al trono.
A pesar de que la llegada de Aiko originó el movimiento necesario para que jueces, catedráticos y funcionarios recomendaran modificar la ley sálica, para permitir que las mujeres de la línea sucesoria masculina pudiesen acceder al trono y que el 79 por ciento de la población está de acuerdo, otro alumbramiento detuvo el avance de la reforma.
El nacimiento del príncipe Hisahito en 2006, hijo de la princesa Kiko y del príncipe Fumihito, le permitió al gobierno designar a éste último como koshi (título del primero en la línea sucesoria), en sustitución de Aiko, ya que su descendencia permitirá la continuidad de la casa imperial a través de una línea sucesoria masculina.
Después de que Akihito se convirtió en el primer emperador en abdicar en casi 200 años, únicamente hay tres herederos varones: Fumihito, su hijo Hisahito y el tío del actual emperador, Masahito, de 83 años, y a pesar de que de los 18 miembros de la casa imperial, 13 son mujeres, en el país asiático ya no se siente tanta prisa por cambiar las leyes.
La Dieta Nacional, el órgano legislativo japonés, tuvo más urgencia en realizar el recién creado ritual Rikkoshi-no-Rei, con sus dos eventos principales: el Rikkoshi-Senmei no Gi, la proclamación en sí de Fumihito como heredero, seguida del Choken-no-Gi, el primer encuentro oficial del koshi con el emperador y la emperatriz, el 8 de noviembre de 2020.
Pero, para mantener la continuidad de la dinastía Yamato en el trono del Crisantemo deberán realizarse, en un futuro, modificaciones para que las princesas imperiales no pierdan sus títulos al casarse con plebeyos —como le pasó a Ayako— y permitir así, por ejemplo, que los hijos de Aiko o de sus primas Mako y Kako puedan ser emperadores.
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Otra opción sería el restablecer el estatus imperial a las ramas secundarias que lo perdieron con la entrada en vigor de la Constitución de 1947. Lo que es seguro es que por el momento la posibilidad de ver a una emperatriz reinante en Japón no sucederá.
El joyero tradicional… tampoco
En otro movimiento que desconoce los derechos como princesa toshi de Aiko, la Dieta Nacional ha decidido, poniendo como excusa (muy válida y hasta necesaria) la lucha contra el coronavirus, no permitir que exista una partida presupuestal que permita que la hija de los emperadores reciba en su cumpleaños 20 su joyero tradicional.
Así, los 30 millones de yenes que permitirían realizar una tiara, con pendientes a juego —realizados en perlas o diamantes, en tono blanco, que representa a la familia imperial—, han sido descartados y Aiko no recibirá el tradicional kit el 1 de diciembre de este año, como dicta una tradición de la que ya gozaron sus primas Mako y Kako.
El uso de una tiara, tan representativa en las monarquías occidentales para denotar el estatus de sus reinas o princesas, estará negado también para quien debería ser la legitima heredera del conocido, durante la Segunda Guerra Mundial, como el Imperio del Sol Naciente y que por ser mujer no lo es.
En Japón una tiara no tiene tanto significado como un kimono ceremonial, además de que son propiedad del Estado, como lo establece la Constitución, y no de las 'royals' que las usan o que las reciben como regalo. Un préstamo tampoco es la opción para ver coronada la cabeza de la joven, de aún 19 años.
Las que ha dejado ver su mamá, Masako, están reservadas para el uso exclusivo de la emperatriz consorte, como la Meiji (que portó por primera vez hace menos de siglo y medio Haruko), y que cuando llegue el momento será utilizada por Kiko. La tiara del Crisantemo y la Madreselva, son también de uso exclusivo de emperatrices.
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Las primas de Aiko tampoco podrían prestarle alguna de sus diademas, ya que todas rematan en una flor de iris, símbolo de que son parte del joyero de la familia Akishino, la del recién nombrado koshi; si la hija de Naruhito usara alguna, sería considerado como una humillación y un insulto.
El resto de las tiaras disponibles han sido entregadas a 'royals' con menor rango que Aiko, por lo que tampoco es una opción recurrir a ellas. La princesa toshi, que tuvo que estudiar durante varios años en casa por ser sobreviviente de bullying, ve diluidos cada gesto que le darían el estatus que le corresponde, sólo por el hecho de ser mujer.
Amante del arte
Aiko prefiere no pensar en lo perdido y dedica su tiempo a desarrollarse, lo hizo en el exclusivo colegio Eton (sí donde estudiaron William y Harry), con un curso acerca de la cultura británica que combina distintas enseñanzas sobre el idioma y el patrimonio del país.
A sus casi 20 años es una apasionada de la astrología, la lectura, la poesía, los animales, las flores, la pintura, la música en todas sus vertientes: la danza, cantar y tocar instrumentos como el violín, el piano y el chelo. En lo deportivo sus principales pasatiempos son el tenis, la natación y patinar sobre hielo.