- Crisis institucional -
Debido a la pandemia de coronavirus, la reina, de 94 años, y su esposo han estado el último año confinados en el palacio de Windsor, situado unos 50 km al oeste de Londres, excepto una estancia de verano que la pareja real pasó en su castillo escocés de Balmoral.
La monarca, que tras ser vacunada contra el covid-19 a principios de enero animó a sus compatriotas a hacer lo mismo, ha mantenido su agenda oficial en gran medida por videoconferencia. Y no visitó al duque durante su hospitalización.
En Windsor, rodeada por sus dos nuevos cachorros de corgi, su raza favorita de perros, Isabel II ha hecho frente a una de las mayores crisis que han sacudido a la monarquía británica desde la muerte de la princesa Diana en 1997 en un accidente de tráfico en París cuando intentaba escapar de los paparazzi.
Hace diez días, en una explosiva entrevista con la estrella de la televisión estadounidense Oprah Winfrey, su nieto Enrique, de 36 años, hermano de Guillermo e hijo de Carlos y Diana, denunció junto a su esposa, la exactriz estadounidense Meghan Markle, comentarios racistas por parte de un miembro no identificado de la familia real.
Precisando después que no habían sido ni Isabel II ni el príncipe Felipe, la pareja afirmó que alguien había mostrado "preocupación" por el color de piel de tendrían sus hijos, ya que la madre de Meghan es negra.
La monarca aseguró tomarse "muy en serio" estas acusaciones y se comprometió a que fueran tratadas "por la familia en privado", pero dejó claro que "los recuerdos pueden variar" en función de las personas.
"No somos una familia racista en absoluto", afirmó poco después Guillermo a la prensa de un país donde la fuerza del movimiento Black Lives Matter llevó recientemente a revisar la historia colonial y su relación con una trata de esclavos a la que se atribuye haber servido para financiar la revolución industrial.