A diferencia de su cuñada Meghan Markle, que causó cierto escándalo en los círculos de la monarquía británica por su costumbre de ignorar el protocolo para repartir abrazos y cerrar puertas de coches, la duquesa de Cambridge ha sido aplaudida por la forma en que ha sabido adaptarse a su papel institucional tras casarse con el príncipe William en 2011, modernizándolo en cierto modo, pero siempre dentro de unos límites y poco a poco.
Kate y la princesa Beatriz se saltaron la misma regla el día de su boda
Sin embargo, Kate sí se saltó una norma no escrita que se había mantenido en vigor durante cientos de años en una ocasión tan importante como lo era su boda.
Al parecer, desde palacio le hicieron saber que preferirían que llevara el pelo recogido en su gran día, pero ella se mantuvo fiel a su 'look' habitual y optó por dejar su melena suelta.
La esposa del príncipe Harry, por contra, sí lució un moño informal en su enlace, aunque también es cierto que en su caso se trataba de un peinado que había convertido en su seña de identidad en sus apariciones públicas y que encajaba a la perfección con su personalidad. Otra novia 'royal' que se atrevió a ignorar la tradición fue la princesa Beatriz, que para su boda secreta del año pasado apostó por unas ondas muy marcadas debajo de la tiara nupcial que se puso para sujetar el velo.
Her Royal Highness Princess Beatrice of York and Mr. Mapelli Mozzi have been touched by the warm wishes they have received since their wedding, and are delighted to share two additional photographs of their happy day. #RoyalWedding pic.twitter.com/3OKPHdWrH2
— The Royal Family (@RoyalFamily) July 19, 2020
Diana de Gales, por su parte, no tuvo que preocuparse por 'enfadar' a nadie con su elección de cara a su paso por el altar con el príncipe Carlos porque ella tenía el pelo demasiado corto como para poder hacer otra cosa que no fuera trabajar las puntas para darles algo más de movimiento.