En 1954, tras el fallecimiento de la reina Marta a causa de cáncer , Astrid de Noruega se convirtió en la entonces primera dama al acompañar a su papá, el rey Olav V, en algunos actos oficiales. A pesar de su privilegiada posición dentro de la familia real, el día que la princesa quiso casarse y hacer su propia vida la situación no fue nada fácil.
Las complicaciones iniciaron cuando Astrid dejó entrever su deseo de casarse con Johan Martin Ferner, el hijo del propietario de uno de los almacenes más grandes de Oslo, alguien de un estatus distinto al de la princesa, por lo que no era bien vista su relación.