En el Reino Unido, a la duquesa de York se la conoce cariñosamente como Fergie, pero desgraciadamente ese no es el único apodo que ha tenido a lo largo de los años. En la etapa en que su imagen pública atravesaba su momento más bajo tras el mediático divorcio del príncipe Andrés, los tabloides comenzaron a llamarla Duchess of Pork, haciendo un juego de palabras con su título nobiliario y la palabra 'cerdo' en inglés para burlarse de su aspecto físico.
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La mamá de las princesas Eugenia y Beatriz había comenzado a buscar consuelo en la comida durante sus años en un internado y a partir de ese momento entró en una dinámica muy nociva que la llevaba a comer sin control solo para sufrir después enormemente mientras trataba de adelgazar.
"Me refugiaba en las salchichas y los sándwiches de huevo con mayonesa. Fue una dinámica que continuó también cuando me hice adulta", reveló al periódico The Sun. "Cuando mi marido se ausentaba, me entristecía y entonces comía aún más y engordaba. La comida era mi mejor amiga y recurría a ella siempre que las cosas se ponían difíciles".
Descubrir que el resto del mundo había empezado a referirse a ella por ese apelativo tan ofensivo no hizo más que agravar sus inseguridades y hundirla en esa espiral: "Llegó un momento en el que ni siquiera soportaba mirarme al espejo. Por suerte, eventualmente fui capaz de hacer algo al respecto".
A lo largo de su vida, Fergie ha realizado todo tipo de dietas, como la ketogénica, y programas que le obligaban a contar calorías, pero en la actualidad se encuentra por fin en un punto en el que siente que su peso está bajo control. Por esa razón, ahora ha querido sumarse a una campaña nacional para reducir el índice de obesidad y sobrepeso en niños y adultos.
"Se trata de una de las mayores crisis de salud que afronta nuestro país, y las enfermedades relacionadas con la obesidad le cuestan al NHS -el servicio nacional de salud- más de seis mil millones de libras al año", señaló Fergie.