El duque de Sussex no puede olvidar, como seguramente casi nadie hace, que, como reza la frase de la chic flick Ever After, que es una poderosa verdad: "You were born to privilege, and with that comes specific obligations". Harry nunca dejará de ser visto como miembro y posible heredero de la corona británica, por lo que debe cuidar lo que dice.
Parte o no de la Casa de Windsor, el aún príncipe tampoco puede pasar por alto que la soberanía de una nación se debe respetar sin miramientos, si ni él ni Isabel II y nadie en el seno de la familia real pueden votar en las elecciones de su país (algo que costó revoluciones) es precisamente porque se considera algo "altamente inconstitucional".
Ahora que Harry hará uso de la palabra en el marco de TIME100 deberá recordar que una de sus obligaciones especificas es vigilar no transgredir ni con el fondo ni con la forma la autonomía del pueblo estadounidense, que lo ha recibido con los brazos abiertos y del que su presidente (no con tan buena intención) le deseó "suerte".
Meghan tiene en ese sentido una mayor autonomía, ella es ciudadana norteamericana, así que puede invitar a sus connacionales a votar, aunque como otra "de las voces más influyentes", debe tratar siempre de tener de su lado la ecuanimidad, evitar a toda costa herir susceptibilidades (aunque sea algo común para Trump, ante casi cualquier cosa).
Los duques de Sussex tienen frente a ellos una de sus tareas más difíciles, reinventarse, aprovechar ese poder mediático para, como lo están haciendo (eso no puede negarlo nadie), cambiar la historia y sentar las bases de modernidad en una nueva normalidad de abrazar los privilegios, observando uno de los valores esenciales: el respeto.