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El mayor privilegio de Meghan y Harry al no ser miembros de la Casa de Windsor

Analizamos la reciente y muy activa agenda pública de los duques de Sussex y cuál es la mayor ventaja (con gran riesgo) que tienen al no ser miembros senior de la corona británica.
sáb 17 octubre 2020 11:58 PM
Announcement Of Prince Harry's Engagement To Meghan Markle
El 27 de noviembre de 2016 comenzó un cuento de hadas que terminó como uno de los relatos más modernizadores a los que se enfrentó la Casa de Windsor.

Dan Macsai, editor ejecutivo de TIME y director editorial de TIME100, expresó por qué invitaron a Meghan Markle y al príncipe Harry a ser anfitriones de una curaduría especial titulada Engineering A Better World, en la que charlarán, al lado de expertos, cómo crear comunidades en línea que sean más compasivas, seguras y confiables.

"El duque y la duquesa de Sussex, ambos ex alumnos de TIME100, se encuentran entre las voces más influyentes del mundo. Esperamos trabajar con ellos para elevar las voces esenciales y destacar soluciones reales a algunos de los problemas más urgentes de nuestro tiempo", expresó Macsai.

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Estar entre las voces más influyentes del mundo es el motivo por el que los duques de Sussex fueron elegidos para formar parte del esfuerzo de TIME y también al momento de ofrecer conferencias y al participar en los foros más sobresalientes. Eso, ¡tener una voz!, es uno de sus más grandes privilegios, ahora que ya son oficialmente ex royals.

Dar su opinión abiertamente, proponer sin reservas su visión de lo que es necesario hacer para mejorar el mundo, compartir el debate con grandes mentes y líderes en todos los ámbitos es el derecho y privilegio que se ganaron Meghan y Harry al abandonar su posición, cambiar el status quo de la corona británica y al mudarse de país.

The Duke And Duchess Of Sussex Visit Johannesburg - Day Two
Nacer con privilegios trae específicas obligaciones, más aún cuando se toma un micrófono y el alcance es mundial.

El hijo de Lady Di persiguió su propio sueño americano, al dejar atrás el título y tratamiento de su alteza real el príncipe Henry Charles Albert David, duque de Sussex, conde de Dumbarton, barón Kilkeel, caballero de la real orden victoriana, consiguió algo que ni la reina Isabel II puede hacer.

Harry hoy es libre de expresar su criterio en cualquier tema: "Es vital" rechazar "los discursos de odio, la desinformación y la negatividad en línea". Fue el mensaje que envió a los norteamericanos de cara a la elección presidencial de noviembre, algo que pudo haber causado un conflicto diplomático para el gobierno que encabeza su abuela.

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El duque de Sussex no puede olvidar, como seguramente casi nadie hace, que, como reza la frase de la chic flick Ever After, que es una poderosa verdad: "You were born to privilege, and with that comes specific obligations". Harry nunca dejará de ser visto como miembro y posible heredero de la corona británica, por lo que debe cuidar lo que dice.

Parte o no de la Casa de Windsor, el aún príncipe tampoco puede pasar por alto que la soberanía de una nación se debe respetar sin miramientos, si ni él ni Isabel II y nadie en el seno de la familia real pueden votar en las elecciones de su país (algo que costó revoluciones) es precisamente porque se considera algo "altamente inconstitucional".

Ahora que Harry hará uso de la palabra en el marco de TIME100 deberá recordar que una de sus obligaciones especificas es vigilar no transgredir ni con el fondo ni con la forma la autonomía del pueblo estadounidense, que lo ha recibido con los brazos abiertos y del que su presidente (no con tan buena intención) le deseó "suerte".

Meghan tiene en ese sentido una mayor autonomía, ella es ciudadana norteamericana, así que puede invitar a sus connacionales a votar, aunque como otra "de las voces más influyentes", debe tratar siempre de tener de su lado la ecuanimidad, evitar a toda costa herir susceptibilidades (aunque sea algo común para Trump, ante casi cualquier cosa).

Los duques de Sussex tienen frente a ellos una de sus tareas más difíciles, reinventarse, aprovechar ese poder mediático para, como lo están haciendo (eso no puede negarlo nadie), cambiar la historia y sentar las bases de modernidad en una nueva normalidad de abrazar los privilegios, observando uno de los valores esenciales: el respeto.

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