Reina Isabel II y Donald Trump.(Shutterstock/Shutterstock)
Miriam Jiménez
Winfield House, es una residencia que pertenece a la familia real y es el actual hogar de Robert Wood Johnson, embajador de Estados Unidos en Inglaterra, pero recientemente se dio a conocer que el presidente, Donald Trump quiere pedir a la reina Isabel II una prórroga de 999 años más para seguir alquilando la propiedad.
El diario The Times publicó que Winfield House es una propiedad con 35 habitaciones y cuenta con uno de los jardines privados más grandes del país. Por su construcción y ubicación en el centro del Londres, es una pieza clave en el arsenal diplomático estadounidense en el Reino Unido.
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“Esperamos continuar con la larga tradición de Winfield House como residencia oficial del embajador. Pero como cualquier contrato de arrendamiento, es confidencial y por lo tanto no hacemos comentarios sobre esta especulación”, dijo un portavoz de la embajada al diario británico.
La mansión fue construida en 1936 y fue comprada por la socialité norteamericana, Barbara Hutton, quien vivió allí con su esposo Cary Grant durante algún tiempo. La residencia fue nombrada en honor a su abuelo, Frank Windfield Woolworth, fundador de la cadena de tiendas departamentales que llevan el mismo nombre. Pero después de la Segunda Guerra Mundial y tras sufrir varios daños, Barbara decidió que la propiedad se convirtiera en la residencia del embajador de Estados Unidos, y desde entonces, todos los presidentes estadounidenses se han alojado en ella cuando visitan Reino Unido.
Pero, ¿cuál es la relación con la familia real? El terreno sobre el que está construida la mansión fue utilizado por el rey Enrique VIII para sus jornadas de caza, mientras que el rey Jaime I lo ofreció en garantía para recaudar fondos para ir a la guerra, y en tiempos más recientes, la reina Isabel II lo usó para recibir a mandatarios extranjeros.
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La princesa Diana junto a su hijos William y Harry.(Getty Images)
Finalmente, no se dieron más detalles de la negociación entre Trump y la reina Isabel, ni tampoco lo que pasaría en caso de que la soberana de 94 años se negara a firmar un contrato de arrendamiento de una propiedad histórica por tantos años.
