Para los monegascos era incierto si la Fête de la Saint-Jean, una de las tradiciones más arraigadas en el Palacio Grimaldi, se llevaría a cabo. Para evitar aglomeraciones por la pandemia del COVID-19, la organización de los bailes y la hoguera para celebrar la llegada del verano fueron muy discretas.
Sin embargo, hasta las inmediaciones de la residencia oficial de la familia real de Mónaco llegaron cerca de 100 personas, que no pudieron evitar dirigir toda su atención a lo que sucedía en el balcón principal. Ahora, con la marcada ausencia de su tía, la princesa Carolina, los príncipes mellizos Jacques y Gabriella se robaron el protagonismo.
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No sólo el heredero a la corona monegasca y su hermanita captaron las miradas, también lo hizo la princesa Charlène, quien mostró una nueva actitud, sonriente y pendiente de sus hijos y su esposo, además de que logró ganarse el reconocimiento de los presentes y mitigar la constante preocupación de todos por su constante tristeza.
La presencia de Jacques y Gabriella también fue una grata sorpresa, últimamente sus papás les han permitido estar en más eventos públicos; antes sólo podían acudir a algunos compromisos reales muy seleccionados, pero tal parece que la corona se dio cuenta de que los niños son un gran atractivo para su permanencia.
Así como sucede en España, con la transformada visión de Letizia de permitir que la princesa de Asturias, Leonor, ocupe su lugar como la futura reina de España; así Charlène y Alberto II también cambiaron su idea y permiten que los monegascos vean más constantemente a su futuro gobernante, Jaques, y a su linda melliza Gabriella.
Para la ocasión los protagonistas eligieron un adecuado look, Jacques con su elegante y veraniego traje de chaqueta Oxford (a imagen y semejanza de Alberto II); mientras que Gabriella optó por un vestido naïve en blanco roto, con mangas de estructura romántica y adornó su pelo con una diadema con una maxi flor.
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Charlène, en un modelo negro aderezado con una trama de botones, cuello en "V" y hombreras marcadas; con su pelo recogido por una diadema a juego y maquillaje que resaltó su labios en tono carmín, se veía a gusto rodeada de sus hijos y con el hombre al que más ama, como ella misma lo expresó en un mensaje a través de su fundación.
Si Alberto I era el príncipe explorador y el príncipe Rainiero III, el príncipe constructor, Alberto II es el príncipe del corazón… de mi corazón
Últimamente la familia real monegasca sorprende cada vez que puede y esta tierna declaración de amor no fue la excepción, en una mujer que había preferido mantenerse casi siempre al margen de cualquier expresión romántica y en ocasiones hasta de los eventos que congregan a la Casa de Grimaldi.
Otra de las cosas que llama la atención, es la total complicidad entre Alberto II y el príncipe heredero Jacques, en cada aparición del niño en público se pude ver que su papá siempre está pendiente de él.