La respuesta honesta que siempre daba la exactriz era: "Mi papá es caucásico y mi mamá es afroamericana. Soy mitad negra y mitad blanca". En aquel entonces, Meghan confesó que estaba asustada de compartir lo que ha vivido en un mundo "cerrado" y que la trató de manera diferente porque no veía en ella a una mujer negra o birracial.
"Describir algo como blanco o negro significa que está claramente definido. Sin embargo, cuando tu origen étnico es blanco y negro, la dicotomía no es tan clara. De hecho, crea un área gris. Ser birracial pinta una línea borrosa que es a la vez asombrosa e iluminadora", explicó Markle. La duquesa también habló del romance de sus padres y de lo que vino después.
Detalló su vecindario en The Valley, en Los Ángeles, al que calificó de "colorido, accesible y diverso". Meghan contó que su mamá era confundida con su niñera por su color de piel. A sus padres les agradeció "la manera en la que construyeron mi mundo para que no me sintiera diferente, sino especial".
En la adolescencia enfrentó su primer gran reto, cuando por censo escolar tenía que identificar su etnicidad: "Mi maestra me dijo que marcara la casilla para caucásicos. 'Porque así es como te ves, Meghan'. Dejé caer mi pluma. No como un acto de desafío, sino como un síntoma de mi confusión", explicó.