Cuando el príncipe Harry y Meghan Markle anunciaron su decisión de abandonar el núcleo de la familia real británica para mudarse lejos de Reino Unido y conseguir la independencia económica que tanto deseaban, también aseguraron que reembolsarían los casi tres millones de dólares que había costado la reforma de Frogmore Cottage.
Tras su enlace, los duques de Sussex eligieron esta casa de campo situada en el corazón de los terrenos que rodean el castillo de Windsor para convertirla en su hogar familiar, pero antes pusieron en marcha unas extensas obras que se costearon con dinero público a través del fondo que la reina Isabel II recibe cada año.