Badiya bint Ali, la última princesa de la familia real iraquí, falleció a la edad de 100 años desde su exilio en Londres, olvidada y sin una ceremonia de despedida tras décadas sin pisar su país después de sobrevivir al sangriento golpe de Estado militar que puso fin a la monarquía iraquí en 1958.
"Con el fallecimiento de la princesa Badiya bint Ali, un brillante e importante capítulo de la historia moderna de Irak finaliza. Ella fue parte de una era política y social que representó a Irak en la mejor de las maneras", afirmó hoy en Twitter el primer ministro iraquí, Mustafa al Kazemi.