Si las apariciones públicas de los miembros de la familia real británica están estudiadas para evitar situaciones incómodas, las imágenes "personales" que de vez en cuando comparten con la prensa no se quedan atrás.
Cualquier pequeño descuido puede dar lugar a polémicas innecesarias. En el tradicional discurso navideño que la reina Isabel II realiza cada año, nunca falta algún retrato de sus hijos o nietos colocado sobre el escritorio tras el cual suele colocarse y el pasado diciembre a nadie se le pasó por alto que no había incluido a los duques de Sussex -que acababan de anunciar su salida de la familia real- entre esas fotos. Obviamente, este detalle se vio como una señal de que la soberana no estaba nada contenta con la decisión que había tomado su nieto.