Durante la celebración del Día Nacional de Mónaco, Charléne sorprendió a propios y a extraños al romper el protocolo con su inesperado atuendo. La esposa de Alberto II llegó a la cena de gala y al tradicional concierto con un look totalmente masculino y no un vestido de etiqueta como el resto de las integrantes de la familia real.
La princesa llevaba un traje con chaqueta de corte masculino en negro, una camisa blanca cerrada hasta el cuello. Como complemento usó un par de stilettos de satín, un par de aretes largos con rubíes rojos y blanco, simulando la bandera de Mónaco y un bolso de mano con un moño. Algunos expertos aseguran que esta elección habría un gran acierto, si Charléne lo hubiera llevado en otra ocasión.