Luego de 200 años, se repetirá la boda de Napoleón y la princesa María Luisa

En 1810, luego de que el emperador Napoleón Bonaparte repudió a su primera esposa, Josefina, se volvió a casar, esta vez con la princesa imperial austriaca María Luisa.

Doscientos años después, la historia se repetirá (sin guerras de por medio, claro está), cuando se lleve a cabo la boda de Jean-Christophe Napoleón y Olympia Elena Maria von un zu Arco-Zinneberg.

El enlace, programado para el 19 de octubre de este año, ha despertado una gran expectación al tratarse de la unión de los descendientes de Napoleón y María Luisa.

Jean-Christophe es banquero y pertenece a la familia Bonaparte; de hecho, por cortesía tiene el título de Príncipe Napoleón en honor a su ancestro. Y su prometida no se queda atrás.

Olympia es politóloga, condesa y bisnieta de Carlos I, último emperador austriaco y es sobrina nieta de María Luisa, quien se convirtió en emperatriz de Francia al casarse con Napoleón.

Los ancestros de la novia son muy interesantes, si tomamos en cuenta que María Luisa era hija de Francisco I de Austria, uno de los más grandes enemigos de Napoleón. Además, también era descendiente nada menos que de la mismísima María Antonieta, quien durante la revolución francesa (que llevó al poder a Napoleón) murió, como sabemos, decapitada.

Y los del novio ni se diga. Napoleón, el gran héroe de Francia después convertido en tirano, fue el terror de Austria; incluso invadió dos veces Viena. Y aún así, los emperadores dieron a María Luisa en matrimonio, obviamente por conveniencia política.

Lo más curioso es que sus padres y 11 hermanos la educaron para odiarlo; se dice que incluso tenía un muñeco de madera al que llamaba “Bonaparte” y trataba fatal.

Que Napoleón eligiera a María Luisa como sustituta de Josefina no fue gratis, sino un movimiento muy estudiado por parte de Napoleón, quien en su lista de candidatas tenía a ¡18 princesas!

Dicen que cuando eligió a María Luisa exclamó: “Me caso con un vientre”, pues le urgía tener un heredero que asegurara su “linaje”. Recordemos que la pobre Josefina jamás le pudo dar un hijo y por ello quedó fuera de la jugada.

A pesar de que la princesa dio su brazo a torcer y dio a Napoleón un hijo (Napoleón II, que falleció de tuberculosis en 1832), la relación sólo duró cuatro años. Una vez que el emperador estuvo en problemas y fue enviado a las prisiones en las islas de Elba y Santa Helena, María Luisa no lo quiso seguir a sus respectivos exilios.

De hecho, en cuanto se le presentó la oportunidad huyó a Viena donde al poco tiempo empezó un romance con el conde de Neipperg con quien tuvo cuatro hijos. Y una vez que Napoleón murió, ella se casó con el conde en 1821.

Esperemos que el matrimonio de Jean-Christophe y Olympia sea más amoroso y tenga un final digno del cuento que han protagonizado, según ha contado él.

“Cuando conocí a Olympia, me sumergí en sus ojos y no en su árbol genealógico. Después pudimos sonreír ante esta coincidencia histórica”, dijo el novio al periódico francés Le Figaro.