En pleno siglo XXI, él es el único príncipe que no es libre para casarse
Había una vez en Renania, Alemania, un alto y aristócrata general nazi que, desaparecido antes de la caída del llamado Tercer Reich de Hitler, hizo un testamento que bien podría parecer una maldición de cuento de hadas: ninguno de sus herederos podría casarse con una mujer que no fuera noble y de raza aria so pena de perder su título y la jefatura de su noble casa, la Sayn Wittgenstein Berleburg.
Hablamos de Gustav Albrecht Sayn Wittgenstein Berleburg, cuya muerte está envuelta en el misterio, pues desapareció en 1944 y hasta 1969 se declaró oficialmente muerto. Ese año, curiosamente, nació el hijo de Richard, su primogénito. Se trata de Gustav y es el heredero en el que se está cumpliendo esa especie de maldición.
A sus recién cumplidos 50 años, Gustav no puede casarse con el amor de su vida: la escritora estadounidense Carina Axelsson. Bueno, sí puede pero a expensas de perder su título, herencia y privilegios. Lo bueno es que Carlina no está preocupada si siguen como novios por siempre, además cuenta con el apoyo de la familia de él y hasta ha podido disfrutar de las comodidades de ser una royal y usar las joyas de la familia, que, según la tradición, si una mujer no está casada, no puede lucirlas.
El padre de él, Richard, falleció en 2017 y por tanto Gustav es el nuevo príncipe Sayn Wittgenstein Berleburg. Su madre es la hermana de la reina Margarita de Dinamarca , Benedicta, con quien las instrucciones del general nazi se cumplieron al pie de la letra debido a su origen noble. Sin embargo tanto ella como el fallecido Richard no estaban de acuerdo con semejante disposición, por eso apoyaron a su hijo.
Ese respaldo también lo ha encontrado en su familia danesa, pues Carina es una más de ellos en las reuniones con los tíos y primos del príncipe Gustav, es decir, la reina Margarita; su heredero, Federico , y el resto del clan real de Dinamarca.
Actualmente Gustav tiene una historia estable de amor, sin embargo a inicios del siglo estuvo a punto de cumplir con el requerimiento de su abuelo, pues estaba comprometido con la aristócrata francesa Elvire Pasté Rochefort. Su boda sería el 12 de mayo de 2001 en París pero conforme se acercaba la fecha se anunció que iba a posponerse por "problemas de seguridad".
En el fondo lo que había era un problema grave porque Elvire no quería firmar un acuerdo prematrimonial que consideraba abusivo y ante eso hizo exigencias económicas a la familia para firmar, pero esta no cedió así que la boda se canceló.
La buena noticia hoy es que Gustav está feliz con Carina y no perderá su título ni sus privilegios pues ella está conforme con la vieja y extraña disposición del abuelo nazi: "Me da igual no estar casada con Gustav. Él es el hombre de mi vida y con quien quiero estar", dijo la escritora hace unos meses en una entrevista. Es así como la extraña y racista disposición de un abuelo extremista no terminó con una historia de amor.