Las cinco tradiciones inamovibles de las bodas reales
Mañana es el gran día para Eugenia de York, nieta de la reina Isabel II y novena en la línea de sucesión al trono, pues se casará con el empresario Jack Brooksbank en la segunda boda real del año .
Pues bien, a pesar de los nuevos tiempos en que los miembros de la familia real británica ya pueden elegir libremente a su pareja para casarse (como Harry que se unió a Meghan, quien es divorciada), hay algunas tradiciones que no cambian ni parece probable en el futuro que esto sea diferente. Mira cuáles son:
Anillos de oro galés
Los anillos de boda de la reina madre, la reina Isabel II, la princesa Margarita, la princesa Ana y la princesa Diana fueron hechos con parte de una misma pepita de oro galés, que provino de la mina galesa Clogau St David's en Bontddu.
Aún queda una astilla de un gramo de esta pieza original de oro y está bajo la custodia de Privy Purse Office (la instancia que lleva las finanzas de la reina). Sin embargo, en noviembre de 1981, la Royal British Legion le entregó a Isabel II otra pieza de 36 gramos de oro galés de 21 quilates, de la que los joyeros de la corona han tomado partes para hacer los anillos de las bodas que siguieron, es decir, las de Sarah Ferguson, Sophie de Wessex , Kate, Meghan y mañana Eugenia.
Ramita de mirto
Desde mediados del siglo XIX hasta 2018, todas las novias reales han llevado una ramita de mirto en sus ramos, una tradición se remonta a la época de la reina Victoria, quien impuso varias reglas reales y modas internacionales: como que el vestido de novia sea blanco.
Bueno, pues el mirto, que representa amor, fertilidad e inocencia, se ha cultivado en Osborne House, la casa de vacaciones de Victoria en la Isla de Wight, durante aproximadamente 170 años. En 1845, la abuela de Alberto, el esposo de esta soberana, le regaló a ella una plantita de mirto en Alemania. La reina la plantó en la mencionada casa y la primera vez que se usaron las ramitas en un ramo fue en la boda de su hija mayor, que también se llamaba Victoria, en 1858. ¿Algo más? Claro, la reina eligió una pieza de la ópera Sueño de una noche de verano, de Mendelssohn, para que su hija llegara al altar, sí, nada menos que la famosísima "Marcha nupcial".
Dejar o mandar el ramo a la Tumba del Soldado Desconocido
Hace casi 100 años, lady Elizabeth Bowes Lyon (madre de la reina Isabel II) hizo algo que se volvió tradición : cuando entró en la Abadía de Westminster el día de su boda, se detuvo para depositar su ramo en la Tumba del Soldado Desconocido. Lo hizo en memoria de su hermano Fergus, quien murió en 1915 durante la Primera Guerra Mundial y también para rendir homenaje a los millones de combatientes muertos y heridos.
Hoy las novias reales hacen esto al salir de la iglesia, y si no se casan en Westminster, como Meghan, lo envían para que lo pongan en la famosa tumba.
Tomarse la foto oficial
La boda del rey Eduardo VII y la reina Alexandra (entonces príncipes de Gales) en 1863 fue la primera en que la fotografía tuvo un papel relevante como un medio confiable para preservar el recuerdo de semejantes acontecimientos. En esa época las imágenes monocromáticas a menudo se coloreaban a mano para dar la apariencia de una pintura.
A principios del siglo XX las postales era moda y la familia real la usó para compartir eventos como las bodas reales con la gente de una manera nueva y sencilla. Las postales han evolucionado hasta las fotografías oficiales que hoy los Windsor se hacen para distribuir a los medios de comunicación.
Llevar flores de azahar
Para su boda con el príncipe Alberto el 10 de abril de 1840, la reina Victoria no usó tiara, sino una corona de azahar, un emblema de castidad. La romántica historia es así: entre 1839 y 1846, el príncipe Alberto le dio a la reina Victoria una serie de piezas con esta flor para marcar momentos significativos en su vida. Además de la corona de la boda, entre ellos había un broche de azahar y aretes y otra corona que celebró su quinto aniversario de casados.
Como te contamos arriba, Victoria dejó un tradición y una moda en el mundo con el color blanco de su vestido de novia, pues lo mismo pasó con la flor de azahar que desde entonces han llevado millones de novias en todo el mundo en sus atuendos y no sólo sus descendientes y las esposas de sus descendientes.