Esta es la prueba que tuvo que pasar Lady Di para poder entrar a la realeza
Cualquier aspirante a pertenecer a la realeza británica tiene ante sí la difícil tarea de afrontar una prueba: pasar un fin de semana en el castillo Balmoral en las colinas escocesas, donde una serie de formalidades se activan. Diana de Gales afrontó esta experiencia en el verano de 1981, los primeros días de su matrimonio con el príncipe Carlos. Los ojos de la corona estaban sobre ella, la mujer que desafío los protocolos de la realeza.
Cruzar el pie equivocado al momento de sentarse, tomar el cubierto erróneo para degustar un peculiar platillo o simplemente no tener las palabras adecuadas en una conversación, parecen la sentencia que determinará el futuro de un miembro de realeza. Imaginar el rostro de Diana con apenas 19 años de edad, y cruzar los campos de 20 mil hectáreas que rodean este castillo construido en su primera etapa a mitad del siglo XV, anticipa nerviosismo y asombro por igual.
Por deseos de la reina Victoria I, este castillo se convirtió en residencia real en 1848 y sufrió una ampliación que concluyó en 1853 bajo el diseño del arquitecto William Smith. Hoy es el lugar donde Isabel II veranea de agosto a octubre para regresar a sus labores en Londres.
Para dar inicio a la etapa vacacional, el protocolo indica una ceremonia donde la reina revisa la Guardia del Castillo y de ahí, almuerzos, paseos por los campos y asistencias a los servicios religiosos en Crathie Kirk, son algunas de las actividades que sobresalen entre las que se realizan al aire libre.
Si bien, las actividades diplomáticas de la realeza se encuentran en asueto, los protocolos reales no, aunque sí se relajan: reverencia al entrar al salón o no dirigir la palabra a la reina a menos que ella la dirija, son algunos ejemplos de las normas que se conservan.
Pese a que no existen versiones oficiales al respecto, es justo el apego a las formalidades reales las que han configurado la leyenda entorno a la llamada “prueba Balmoral”, siendo la de Diana una de las más comentadas.
Se dice que no se unió a uno de los almuerzos y permaneció en su habitación. Que pasaba demasiado tiempo en la cocina para conversar con los empleados reales. También son muy comentados sus paseos descalza sobre las alfombras de tartán que cubren los pisos del palacio.
Las anécdotas apuntan a que Diana tomó con desenfado las normas, actitud que la reina justificó pues consideró que era “una chica nueva” a la que le cuesta acostumbrarse a las cosas.
Fotografías de la estancia de los príncipes –Diana y Carlos- los muestran en paseos por los jardines donde él luce klit, la tradicional falda escocesa a cuadros, y a ella se le puede ver sonriente y con la emoción de la reciente unión nupcial.
La relación de este castillo con la historia de Diana, va más allá de este episodio. Desde transcripciones publicadas recientemente por el Daily Mail, hasta audios de entrevistas que la Princesa concedió al periodista Andrew Morton en 1991, ubican en este castillo episodios de bulimia y ansiedad motivados por la presión de su relación con el Príncipe Carlos y su exposición mediática. Aunque la Reina Isabel II ha declarado que Balmoral es “el lugar más bonito del mundo", para Lady Di, la historia fue distinta.
Cerca de conmemorar dos décadas desde la muerte de Diana de Gales en un accidente automovilístico en París, los mitos y realidades en torno a su vida resurgen ya sea para clarificar episodios o despertar nuevas dudas sobre uno de los personajes más representativos y controversiales de finales del siglo pasado.
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