Los (20) amores del rey Felipe VI de España
La primera en la vida de Felipe fue, sin gran sorpresa, una aristócrata: Victoria Carvajal y Hoyos. “Vicky”, un amorío adolescente que no llegó a prosperar [ironías de la vida, ella es periodista especializada en economía y tiene un blog en El País]. Con 21 años de edad, Felipe sólo tiene ojos para otra joven tres años mayor que él: Isabel Sartorius, hija de Vicente Sartorius y Cabeza de Vaca, marqués de Mariño. Ella es rubia, hermosa, divertida, una licenciada en Ciencias Políticas que trabaja para Naciones Unidas en Nueva York, y que ha vuelto a España para estudiar un master en relaciones internacionales. Si bien tiene todas estas cualidades, hay un pequeño defecto: es hija de padres divorciados. Se habló muchas veces de las supuestas palabras que don Juan, el conde de Barcelona, dijo en su lecho de muerte: le habría hecho jurar a su nieto casarse con la persona adecuada, y evidentemente ésa no era Isabel. El propio don Juan había declarado antes al diario ABC: “Cada vez que pienso en una copia de Diana Spencer o de Sara Ferguson para España, tiemblo [una clara alusión a Isabel]. Para ser reina, hay que casarse con un rey, o un futuro rey, y para esto hay que prepararse desde la infancia. No me gusta la palabra ‘profesional’, pero una reina lo debe ser”. Después de un amor tan grande, sólo queda probar. Es a lo que se dedica Felipe, al que descubrimos en brazos de numerosas chicas, la una más guapa que la otra. Comienza con Gigi Howard, a la que conoce mientras estudia en Georgetown. Como estadounidense, modelo escultural y una rica heredera es presentada a españoles, que viven entre el orgullo de tener un futuro rey conquistador y el temor de la llegada al trono de una extranjera. El heredero flirtea tanto que anuncia a sus padres que no piensa casarse antes de los 30 años. Entonces pasó por su vida Viviana Corcuera, una relación desmentida rápidamente por su madre mientras que en Mallorca, los paparazzi siguieron a la pareja hasta el hotel de la joven rubia. Alertados por los clics de las cámaras, los guardaespaldas del príncipe, pensando que es un atentado de ETA, desenfundaron sus armas.
Y llega Yasmeen Ghauri, canadiense, de padre paquistaní y de madre francesa, a quien conoció en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Fue tan secreto que no existe ninguna fotografía de la pareja. En este periodo, incluso se le relaciona con jóvenes como Tatiana de Liechtenstein, una hipotética pareja sobre la que la revista francesa Point de Vue publica varios reportajes. También con su prima Victoria de Borbón Dos-Sicilias, Carolina de Waldburg, con quien habría tenido una relación de dos años; o la italiana Esmeralda Iacobella Macioti. Una desconocida noruega llamada Eva Sannum. También una mujer famosa, inteligente, que habla cinco idiomas y que para pagar sus estudios de publicidad trabaja como modelo posando en lencería. En España, rápidamente vuelven las posturas xenófobas como lo revela el comentario de Olga Gutiérrez en El País: “No quiero a Eva Sannum por dos razones, por orden de importancia, primero porque no es una profesional del ramo. Segundo, porque no es española, y si vamos a tener una reina aficionada, pues mejor que sea de este país”. Inconcebible en una futura reina de España, es lo que le señalan Juan Carlos y Sofía a Felipe, que cede, otra vez. Hay otros nombres, inventados la inmensa mayoría para vender papel: la también mexicana Marcela Cuevas, la checa Alicia Krezjlova –a la que conoce en Palma cuando trabaja como camarera en el restaurante Flanigan, en Puerto Portals–, Gabriela Sebastián de Erice, hija del embajador de España en Alemania; lady Gabriella Windsor, hija del príncipe Michael de Kent y bisnieta del rey Jorge V; Mencía Roca de Togores Lora, hija del conde de Luna; Diana Martínez Bordiú Aznar “Didi”, prima de Alfonso de Borbón; Flor de María Valero, nieta del dictador venezolano Marcos Pérez-Jiménez; Anna Jussil, a la que habría conocido en el cumpleaños de Victoria de Suecia o la alemana Christine von Wangenheim, y hasta Gwyneth Paltrow. Al final, nada serio en el horizonte. Felipe parece compartir la opinión del jurista Jorge de Esteban que escribe entonces: “Según nuestra Constitución, el heredero puede casarse con quien quiera, pero no con cualquiera”.