La Boda Real de Félix de Luxemburgo y Claire Lademacher
Alrededor de 370 invitados se dieron cita en la basílica de Sainte-Marie-Madeleine en Sainte-Baume, sur de Francia para celebrar la unión religiosa de Claire Lademacher y el Príncipe Félix de Luxemburgo. De acuerdo con el portal "bekia.es" los novios estuvieron acompañados por sus respectivas familias, los Lademacher y la Casa Real Ducal de Luxemburgo, así como diferentes miembros de la realeza europea.
La boda se programó para realizarse a las primeras horas de la mañana de este sábado, por lo que los invitados comenzaron a llegar a la iglesia alrededor de las 10:30 de la mañana. El novio llegó del brazo de su madre, la Duquesa María Teresa de Luxemburgo, y la guapa novia, en punto de las 11 de la mañana entró al templo acompañada de su padre Hartmut Lademacher, quien parecía muy feliz por compartir la dicha de su hija.
Claire Lademacher eligió un delicado vestido con aplicaciones de encaje diseñado por Elie Saab, en el que resaltó su belleza con un peinado alto y un elegante velo de tul. De acuerdo con el portal, su cuñada, la Condesa Estefanía de Lannoy usó un vestido del mismo diseñador en su boda con el también Príncipe de Luxemburgo, Guillermo.
Por su parte, la madre del novio eligió un vestido fucsia que combinó con un tocado floral y zapatos del mismo tono, mientras que el padre de la novia vistió de frac negro combinado con tonos grises y una apropiada corbata azul.
Los pajes de la novia iban de blanco, dos pequeños y dos niñas, todos vestidos para la ocasión. Como detalle, la novia usó pendientes de diamantes y una lujosa tiara floral del siglo XIX, además de un delicado ramo de flores blancas.
Entre los invitados figuraron diferentes miembros de la realeza europea como el Príncipe Sebastián, la Princesa Alejandra de Luxemburgo, Pierre Casiraghi y Beatriz Borromeo, entre muchos otros que sirvieron de testigos para el enlace matrimonial, que apreciaron invitados y curiosos, así como turistas que pasaban cerca.
Al salir de la iglesia, los novios lucían radiantes, y tomados de la mano saludaron a la gente que se encontraba fuera de la basílica, cerrando la ceremonia con un romántico beso, para después dirigirse al convento real de Saint-Maximin en el que se llevaría a cabo un banquete en su honor.