Durante casi ocho décadas, la residencia oficial de Los Pinos fue mucho más que un hogar para los presidentes de México. Este emblemático espacio, ubicado en el Bosque de Chapultepec (y que desde el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se convirtió en un centro cultural abierto al público), fue un símbolo del poder, del lujo y, en algunos casos, de la distancia que separaba a los mandatarios del resto de los ciudadanos.
Asimismo, se volvió –en la era reciente– el escenario que enmarcó tres “historias de amor” que llegaron a su final al concluir distintos sexenios. De esta forma (algunos de manera más expedita) José López Portillo, Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto protagonizaron “divorcios presidenciales” al decirle adiós a Los Pinos.
De esta forma, desde su inauguración como residencia presidencial en 1935 hasta el fin del mandato de Peña Nieto en 2018, Los Pinos fue testigo de decisiones que marcaron el rumbo del país y de las vidas personales de quienes habitaron sus pasillos.