Emular el Grito de Dolores con el que se inició la lucha de independencia en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, es hoy por hoy una de las tradiciones más arraigadas entre los mexicanos, sobre todo entre los que tienen un puesto público, como alcaldes, gobernadores, y por supuesto, el presidente.
Y es que es en este mes cuando la mexicanidad parece estar en el punto más alto del año, algo que los funcionarios suelen tener en mente, sobre todo a la hora de echar la casa por la ventana con la pirotecnia, el show de luces y sobre todo, con el grito, el punto clave de la ceremonia, en el que cada mandatario parece buscar un claro diferenciador con sus antecesores.