El día que Labastida fue el "cenicero" de Miguel de la Madrid y Ernesto Coppel
En 1987 el empresario inauguró un hotel; el ex senador era gobernador de Sinaloa y el ex presidente cortó el listón. Al final, entre cigarros y whiskys, notaron que no había donde dejar las cenizas
Con la apertura del Hotel Pueblo Bonito Mazatlán, ubicado en una de las mejores zonas del puerto sinaloense, el empresario mazatleco incursionó en la competitiva industria de la hotelería y la hospitalidad. Hoy su cadena de hoteles es una de las más importantes del país.
Era el primer proyecto hotelero de Ernesto Coppel, con el que hoy domina gran parte de Cabo San Lucas y la Zona Dorada del llamado Nuevo Mazatlán y que está por llegar al Caribe mexicano y a San Miguel de Allende.
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Los primeros pasos de Coppel en el mundo empresarial empezaron con el pie derecho al tener en su inauguración al presidente Miguel de la Madrid, a quien no conocía, pero que fue sugerido por su nuevo amigo originario de Los Mochis Francisco Labastida, que acababa de estrenarse como gobernador de Sinaloa.
“Era mi primera apertura y, como estaba el presidente de la República, me sentía lo máximo después haber salido de la podredumbre en la que vivía y deber 14 meses de renta”, recuerda Ernesto Coppel, a quien recién entrevistamos en la Ciudad de México.
Cuenta el empresario que no podía creer que el mandatario cortaría el listón y que además dormiría en su hotel. Era un honor que no pensó tener, pero Labastida, a quien acababa de conocer, le dijo que por esos días De la Madrid estaría en el puerto para un evento relacionado con la Marina.
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Se sabe que De la Madrid llegó a Mazatlán con toda su comitiva y que se reunió con el equipo de trabajo del gobernador Labastida y el alcalde de la ciudad, José Angel Pescador, quien después fue secretario de Educación Pública con Salinas de Gortari.
Por la tarde, ya en el hotel Pueblo Bonito, el ejecutivo federal tuvo una recepción con algunos integrantes de la sociedad mazatleca, quienes fueron testigos del tradicional corte del listón. "Después dimos un pequeño tour por el hotel y regresamos al lobby para tomarnos unos whiskys, Francisco Labastida, el presidente Miguel de la Madrid y yo, solos, sin ningún integrante de sus comitivas", recuerda Coppel.
Cuenta el empresario que no había muchos muebles en el lugar, solo una mesa de centro con un enorme arreglo de flores. "Todo estaban lejos, nos dieron un momento de privacidad, así seguimos con nuestra copa y empezamos a fumar".
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Según Coppel, De la Madrid fue el primero que sacó un cigarro mientras decía que no lo podía dejar. “Labastida se lo encendió y tomó otro para él, así que yo hice lo mismo y los tres nos pusimos a fumar, pero de pronto veo que al presidente se le empezó a juntar la ceniza, así que el gobernador Labastida dijo 'Póngala aquí' y estiró la mano”.
El presidente le agradeció el gesto y puso sus cenizas en la mano del gobernador del estado. “Entonces yo también hice lo mismo mientras le decía a Labastida, ´¡gracias Pancho!´. El pobre no se pudo rajar”, recuerda Coppel entre risas.
Pese a la anécdota, la amistad con el ex priista sinaloense quedó intacta y continúa hasta hoy, aunque, dice Coppel, Labastida sí le reclamó tiempo después, ya sin el presidente de la Madrid a la vista, que lo hayan agarrado de “cenicero”.