Horas antes de su toma de protesta como presidente, en diciembre de 1982, el político colimense salió de su casa de Coyoacán para recibir la banda presidencial de manos de José López Portillo. El inmueble, construido y diseñado por el mismo político en los 70´s, está conectado a un espacio especial al que consideraba su santuario; una biblioteca de dos niveles con jardines, rincones de lectura, escritorios, comedor y cocina.
Seis años después, tras la controvertida entrega de la batuta a Carlos Salinas de Gortari, dos terremotos, huracanes, crisis económicas y una notoria apertura comercial del país, el ex mandatario volvió su refugio ideal, que complementó y disfrutó hasta su muerte, en abril de 2012.
Publicidad
“Hace unos meses fue aniversario luctuoso de mi papá y para recordarlo lanzamos un sitio web con galerías, entrevistas, cápsulas y una sección dedicada a la biblioteca; este espacio que era más que especial para él”, nos cuenta Gerardo, encargado del inventario y el proyecto de donación de la colección.
Cuenta su hijo que De la Madrid era un lector incansable que disfrutaba de las narrativas en novelas y biografías, además de la historia universal y temas académicos en Derecho y Jurisprudencia, que reunió en una colección de más de 20 mil ejemplares. Gran parte del acervo, fruto de 60 años de afición a los libros, lo reunió en un edificio de arquitectura colonial, construido con espacios silenciosos, iluminados y sin ventanas hacia la calle, porque lo que De la Madrid buscaba era tranquilidad y privacidad para disfrutar de la lectura, fumar y reunirse con amigos.
Un recorrido virtual por la enorme biblioteca de Miguel de la Madrid
La colección, dice Gerardo, está intacta, tal como la dejó el ex presidente después de pasar cientos de horas acomodando su preciados tesoros en papel, que llegarán a principios de 2023 a la antigua Escuela de Jurisprudencia de la UNAM, donde De la Madrid se formó como abogado. La remodelación del espacio que recibirá la colección está en marcha y estará junto al Museo de San Ildefonso, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. El lugar era más que especial para el ex presidente, pues es ahí donde dio clases de derecho, antes de que la facultad se mudara a Ciudad Universitaria.
Publicidad
“A mi padre le gustaba estar enterado de lo que pasaba en el mundo. Estudió un postgrado de Administración Pública en la escuela en Harvard, donde tuvo una formación progresista y social, becado por el Banco de México. De regreso se incorporó a las finanzas públicas en Petróleos Mexicanos, donde llegó a ser director de finanzas y director de crédito en Hacienda”, dice orgulloso.
El político falleció a los 77 años, y por lo menos la última tercera parte de su vida la dedicó a la curaduría de su colección, entre esculturas de Morelos (su héroe nacional favorito), fotos de su familia y figuras de personajes históricos como El Quijote, Benito Juárez y el rey Coliman, último monarca de Colima.
“Pasaba horas acomodando y disfrutando sus libros, pero también era donde se reunía con amigos como José Woldenberg, Octavio Paz, Carlos Fuentes o Gabriel García Márquez. Era un gran conversador a pesar de que era algo reservado y recurrente al sarcasmo, pero también le gustaba armar tertulias en las que no faltaban las copas de vino, aunque él prefería el café y el cigarro, tanto para leer como para acompañar la fiesta con música de Chamín Correa”, recuerda Gerardo.
Publicidad
La casa, como la biblioteca, fue heredada por los cinco hijos de Miguel y Paloma de la Madrid. El mandatario no dejó estipulado lo que se haría con su colección de libros, por lo que la idea de donarla fue de Gerardo y sus hermanos. El inmueble será vendido, salvo estanterías de madera, pero sí con los vitrales con símbolos patrios, pese a que forman parte de la historia y legado del ex presidente.
Le preguntamos a Gerardo si cree que la historia ha sido justa con la figura de su padre. No lo piensa mucho y contesta seguro; “ha sido un proceso gradual, en el que la primera justicia fue que se pudo quedar a vivir en México, porque a mi papá no lo exiliaron y además tuvo chamba en un proyecto que no era políptico, como el Fondo de Cultura económica, donde trabajó por 11 años”.
La colección de más de 20 mil libros fue donada a la UNAM y será desmantelada en los próximos meses, el edificio diseñado por el mismo ex presidente, será vendido.