Cada primera dama estadounidense ha adoptado un enfoque distinto cuando se trata de la imagen que proyecta a través de sus elecciones delooks.
Michelle Obama apostó por diseñadores jóvenes para dar a conocer su trabajo a nivel internacional y el guardarropa repleto de marcas exclusivas de Melania Trump se interpretó como una señal de que no le importaba 'no conectar' con el pueblo americano o, en los peores casos, como una muestra de desdén hacia el papel que desempeñaba.