“Alguien rayó el coche de mi padre, sólo porque éramos los negros del barrio”, dijo Michelle, mientras narraba que ella vivió en casa de sus tíos, en el barrio de South Shore, en Chicago.
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Detalló que sus padres rentaron la segunda planta de una casa, y sus familiares vivían en el primer nivel. Y con la ecuanimidad que caracteriza sus discursos, Michelle contó a su auditorio como transformó el racismo que vivía en el día a a día en resiliencia.
“Ellos influyeron en las decisiones que he tomado en mi vida. Había un vecindario, una comunidad, familias extensas, estructuras alrededor que ayudaron a las familias a criar a sus hijos en un ambiente amoroso, en su mayoría”, dijo.
La ex primera dama de Estados Unidos dijo que el barrio en donde vivió estos lamentables episodios poco a poco se fue deshabitando por los prejuicios y con el tiempo se transformó en un vecindario de gente aforamericana.
Pero ese no fue el único incidente racista del que fue víctima. Cuando entró a la universidad, la madre de su compañera de habitación exigió que cambiaran a su hija de cuarto porque no quería que conviviera con una persona "negra". En su libro Becoming apunta: "Me enfrenté al más universal de los desafíos: Conciliar quién eres con el lugar del que provienes y el lugar hacia donde quieres ir. También me doy cuenta de lo mucho que me faltaba para conciliar mi voz”.