Como Pejes en el agua
Habría que verlos juntos. Andrés Manuel y Beatriz Gutiérrez Mueller no pueden ocultar el gusto de convivir y de disfrutar cada ocurrencia de su pequeño hijo Jesús Ernesto. Los tres la pasaron de maravilla durante la Semana Santa en Villahermosa, Tabasco, estado natal del político, en unas bien merecidas vacaciones. El Peje decidió aprovechar los días de asueto religioso para visitar a sus familiares y tomarse un descanso después de la prolongada gira por el país que lo llevó a recorrer más de dos mil municipios. Inquieto como su padre Al Pejecito se le veía feliz. El cuarto hijo de López Obrador –tiene tres de su primer matrimonio con Rocío Beltrán (q.e.p.d.)–, que recién cumplió los dos años el pasado 24 de abril, demuestra cada día su origen sanguíneo. Pícaro como su padre y sonriente como su madre, el bebé no desaprovecha la ocasión para dejarse apapachar. El carisma le viene de vena paterna, pues el Pejecito sonríe y levanta su manita para saludar a todo aquél que lo mima, como pudimos observar en el aeropuerto de la ciudad de México en abril pasado. Es tan parecido a sus padres que disfrutó como loco el globo color rojo que su padre le compró.
Con 85 centímetros aprox. de estatura, el Pejecito ya camina a la perfección y sin ayuda; le gusta corretear con singular alegría. No obstante, Beatriz se mantiene siempre atenta y vigilante; guía y da seguridad a Jesús cada que se anima a tomar vuelo: le celebra y juega con él. El Peje mayor, un tanto más cauto, prefiere hablarle de pie o mientras su hijo permanece sentadito y quieto en la carreola. Unas vacaciones, sin duda, plenas. Justo el tiempo suficiente antes del regreso a las frenéticas actividades laborales. AMLO regresó a la política y a su departamento de Copilco, donde vive con sus hijos mayores José Ramón, Andrés Manuel y Gonzalo Alonso, hijos de su primera esposa, Rocío Beltrán Medina. Y Beatriz, a lo suyo en su departamento al sur de la ciudad de México, donde cuida cada movimiento del crecido Pejecito.