Nos encanta conocer las historias que hay detrás de las grandes marcas y para eso viajamos a Los Ángeles, donde visitamos Solaire Culture , la exhibición itinerante curada en colaboración con la francesa Camille Morineau y el diseñador Constance Guisset, que celebra y narra la travesía de 250 años de la champaña Veuve Clicquot, desde su origen en 1772 hasta el día de hoy.
La exhibición itinerante que celebra 250 años de la champaña Veuve Clicquot
En una esquina de Rodeo Drive, una de las avenidas que es sinónimo de moda y lujo, un edificio se pintó de anaranjado para contar la historia de esta champaña que si bien comparte el territorio francés con algunas de su tipo, tiene una identidad y una inspiradora historia únicas, protagonizada por Madame Clicquot, una mujer visionaria, innovadora y que traspasó los límites de su época al convertirse en la primera mujer detrás de una casa de champaña, cuando a los 27 años quedó viuda y tomó las riendas de la empresa.
Lo primero que vemos en esta que más bien es una experiencia sensorial y que abrió primero en Tokio, después en Los Ángeles y más adelante lo hará en Londres, es una sala de pinturas de artistas contemporáneas, que incluye un retrato de Madame Clicquot intervenido por Yayoi Kusama, con su conocido patrón de puntos rojos, y que pertenece a la colección permanente de arte de la firma.
Después de este homenaje queda clara la importancia del papel de Madame Clicquot, una mujer que fue pionera en diferentes cosas: fue la primera mujer en dirigir una empresa de champaña, la primera en crear una estrategia para importarla de Francia a Rusia, la primera en crear una versión vintage elaborada con la cosecha de un mismo año y también la primera en crear una versión rosé.
Cualquiera que haya visitado una exhibición sabe que estas sirven para contar la historia de un personaje, para ver objetos a los que pocas veces tenemos acceso y para hacernos reflexionar sobre un tema. Así es Solaire Culture, que por primera vez abre al público su archivo que consta de más de dos mil objetos y que van desde una carta firmada a mano por Madame Clicquot, a los diferentes diseños de etiquetas amarillas y anaranjadas que ha tenido la firma, hasta una botella de 1840 rescatada de un naufragio.
Y como Veuve Clicquot siempre busca celebrar la creatividad y colaborar con artistas y diseñadores internacionales, la exhibición cierra con una serie de diseños que muchos quisiéramos poder llevarnos a casa: una regadera que también es una botella de champaña, una hielera anaranjada para ir a la playa, un clutch con espacio para una botella –y tal vez la joya de la sala– el Loveseat rosa que el diseñador Karim Rashid hizo en 2008 con una hielera anaranjada en medio.
Sin ninguna duda, esta es una experiencia inspiradora, llena de historias, de color e inundada de creatividad. ¡Bravo Veuve Clicquot!