El espacio tiene el más puro estilo de la chef Gabriela, famosa por su restaurante Carmela y Sal, con detalles en todas las esquinas, chukum sobre los muros para darle un aspecto rústico, fotografías de sus amores, pinturas, maíces y especias.
El proyecto tomó un año en realizarse y tiene decenas de propósitos, es ideal para una comida íntima con amigos así como para tomar una clase de cocina e, incluso, puede funcionar completamente sin la presencia de su creadora.
El concierto comestible consistió en tostadas de sikil pak, que fueron una oda a las lluvias que nos han acompañado estos últimos meses; ceviche de hongos, lentejas y salsa macha de habanero.