Más allá de los famosos quesos menonitas y los típicos cortes de carnes, la ciudad de Chihuahua se destaca por una oferta gastronómica variada y digna de conocer, como lo comprobamos en el itinerario de actividades que nos preparó el fomento turístico ¡Ah Chihuahua!
Nuestra primera parada fue en el restaurante La Casona, ubicado en pleno corazón del centro histórico de la capital. Podemos asegurar que cualquiera que conozca esta ciudad te dirá que debes ir a este lugar, y no es para menos, porque la arquitectura y el menú son espectaculares.
Podríamos describirlo como un lugar de alta cocina mexicana gracias a platillos como los tlacoyos placeros, el famoso pulpo a la roca y el espectacular corazón de filete en mole de piñón blanco. La panadería es un plus, por lo que los desayunos son también muy recomendables, tanto en estilos mexicanos como internacionales.
Por la tarde noche nos instalamos en el hotel Central Boutique, ubicado a un costado de la catedral metropolitana, en una casona colonial de 1845, restaurado y equipado con todo lo que un viajero exigente necesita.
Tienen un patio central que invita a echar el drink. La coctelería y barra de lugar están a la altura de las de San Miguel de Allende, la Condesa o el mismo Polanco.
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GORDITAS DE HARINA, VINOS Y QUESOS
A la mañana siguiente nos lanzamos al sur, concretamente a la comunidad de Santa Isabel, rumbo a Ciudad Cuauhtémoc, donde conocimos las famosas gorditas de harina rellenas de guisado.
Las gorditas de maíz son bastante comunes en el centro y norte del país, pero las de harina de trigo son una novedad. Las más populares son las de picadillo, chicharrón en salsa verde y chile relleno, pero la variedad es amplia.
Ya desayunados nos lanzamos a los viñedos Ciénaga de Castilla, donde conocimos sus campos de parras y sus modernas cabañas, equipadas para pasar un fin de semana de vinos jóvenes y quesos finos.
La casa vinícola es bastante nueva y todavía conserva sus orígenes campiranos y rústicos, lejos de la modernidad y el ruido de la ciudad, a pesar de estar a solo unos kilómetros de Cuauhtémoc y sus 180 mil habitantes.
La zona es considerada una de las regiones manzaneras más importantes de América Latina, pero la industria vinícola está tomando cada vez más fuerza y Ciénega de Castilla es la prueba de eso.
Ya en Ciudad Cuauhtémoc, conocida también como el lugar de las tres culturas; rarámuri, menonita y mestiza, nos lanzamos a conocer el famoso Museo Menonita, que ofrece toda una experiencia sobre la vida y cultura de este importante grupo de migrantes europeos que llegaron al país en 1922.
La visita al lugar se complementó con una plática con Abraham Peters, un guía y cronista no oficial de la comunidad, quien nos contó cómo sus antepasados llegaron a Chihuahua provenientes de Holanda hace casi 100 años.
Para comer decidimos visitar la pizzería Los Arcos. ¿Por? Queríamos disfrutar de una original pizza elaborada con ingredientes 100% menonitas, como queso, harinas y carnes frías.
Ya entrada la tarde regresamos a Chihuahua capital para visitar la planta de sotol Coyamito. Este destilado similar al mezcal y el tequila, es la bebida por excelencia del estado, y está elaborado a partir de una planta desértica regional.
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HISTORIA, CULTURA Y MUCHO SABOR
Al día siguiente realizamos un recorrido turístico por la capital del estado, donde conocimos los principales monumentos y sitios históricos de Chihuahua, como el Centro Cultural Casa Chihuahua, el Palacio de Gobierno (sus murales son de los mejores del norte del país) y el Museo de la Revolución Mexicana. El Mausoleo de Francisco Villa y la son imperdibles.
Para cenar nos lanzamos a Distrito Uno, una de las zonas más modernas y cosmopolitas de la ciudad, que contrasta con el ambiente colonial del centro de Chihuahua. Llegar es bastante rápido a través del moderno periférico, y una vez ahí descubres todo un creciente centro financiero, hotelero y gastronómico de primer nivel.
La oferta es amplia, pero elegimos cenar en la Cocinería, del chef Óscar Cortázar, quien nos enamoró meses atrás en Sabores Oaxaca. Los mariscos cocinados, el pan de mesa y las pastas nos fascinaron, pero la sorpresa de la noche fue cuando el chef salió de la cocina para acompañarnos durante el postre. No te puedes ir sin probar el crème brulee o el famoso cherry pie, pero la tarta de mamey es otra cosa y tiene que estar en tu lista sí o sí.
Para nuestro último día regresamos a La Casona. Ya habíamos comprobado que su carta de comidas estaba espectacular, pero la desayunos no se queda atrás, sobre todo por los huevos en salsa de chile morita y los tlacoyos placeros.
Para “reposar” el desayuno nos lanzamos a las Grutas de Nombre de Dios, a las afueras de la ciudad, donde hicimos un recorrido de un kilómetro por las entrañas de un cerro.
Para cerrar con broche de oro nos lanzamos a El Taller del chef, un restaurante bastante cool de cocina japonesa e internacional, en la zona centro de Chihuahua.
Los ramen son lo máximo en este lugar, pero los dumplings son más que un must porque son preparados y cocinados al momento, aunque los fideos de huevo con carne de cerdo no se quedan atrás.
Los maridajes son otra carta fuerte del lugar, pues cuentan con carta de vinos mexicanos, regionales e internacionales. En cuanto a postres, los tempura de helado frito son un hit.
No queríamos, pero la última parte del tour era el aeropuerto de la ciudad (por cierto, muy moderno y funcional). Regresar a la Ciudad de México no iba a tomar sólo dos horas y media, pero la promesa de regresar y esta vez conocer las Barrancas del Cobre, nos animó.
Chihuahua nos sorprendió bastante. Es una ciudad muy limpia y ordenada con más de un millón de habitantes que saben comer muy bien y que además son muy buenos anfitriones.