Quién recomienda… El lago de los cisnes
Odette y Sigfrido andaban sin buscarse, pero se encontraron y lograron derrotar la adversidad que los pretendía separar. De la isleta de Chapultepec para ustedes, la CND nos presenta su nueva puesta.
Durante 70 minutos, las palabras ceden su lugar a los movimientos elegantes y sensuales de 120 bailarines para contar que el amor verdadero no se impone a la fuerza, ni se obliga a través de hechizos e intrigas, como lo intentó el brujo Von Rothbart, quien al verse desfavorecido por Odette creó la ilusión de Odile para engañar a Sigfrido.
Tal es como podríamos sintetizar una de las historias de amor más bellas a nivel mundial, que regresa a nuestra ciudad para ser representada por la Compañía Nacional de Danza -al aire libre- en la Isleta del Lago del Bosque de Chapultepec.
En cinco escenarios naturales, los bailarines asumen los riesgos de una representación montada bajo la inclemencia del bosque, soportando la humedad, el frío y el viento que podría lesionarlos. Esto después de seis horas diarias de ensayos y estudios de su personaje, de adaptarse a los camerinos provisionales, al poco espacio que se advierte tras bambalinas, al cableado en el suelo, a los andadores de piedra, a la poca luz en los pasillos y al olor a cloro que se usa para mitigar los aromas del lago.
"El Lago de los Cisnes" se estrenó en Moscú en 1877 y no tuvo impacto en las audiencias sino hasta su reestreno (en 1895) cuando contó con la música de Piotr Ilich Tchaikovski y la coreografía de Lev Ivanov y Marius Petipa. A México llegó para quedarse en 1977, como parte del repertorio de la Compañía Nacional de Danza; fue Felipe Segura quien se encargó de las adaptaciones de la coreografía y música, pues la obra original tiene una duración de 3 horas y media y esta representación alcanza los 75 minutos.
La coreografía de El lago de los cisnes no ha sufrido variaciones significativas en movimientos o números durante 36 temporadas; los únicos cambios que hay se dan en cuanto a elencos y roles o en producción, para mejorar el espectáculo. La tramoya, los vestuarios y todo aquello que esta tras bambalinas es sostenido por un ejército de 100 trabajadores (coreógrafos, escenógrafos, técnicos de iluminación y audio, vestuaristas y maquillistas) que ponen su talento y esfuerzo para representar de una manera coherente y convincente lo que desarrolla la trama. Incluso los caballos y cisnes reales colaboran en ello.