Tom Hanks en 'Ángeles y demonios'
Esta secuela del Código Da Vinci no pretende ser más de lo que es: entretenimiento puro. De nuevo, el profesor de Harvard
Robert Langdon (Tom Hanks) es llamado a Roma después de que el Papa ha muerto y los cuatro cardenales favoritos en la sucesión al trono de San Pedro, han sido secuestrados. Aunque Langdon no es enteramente del agrado de la jerarquía eclesiástica, es el único experto en símbolos capaza de desactivar este atentado contra el Estado Vaticano. Todo parece indicar que es obra de los Iliminati, una antigua fraternidad de científicos que en otros siglos que habían sido perseguidos por la jerarquía católica justo porque retomaban un asunto delicadísimo, la contraposición de ciencia y religión. Es una lástima que la película no retome un poco más esa discusión filosófica en torno a la ciencia y la religión, sin embargo este thriller de suspenso logra el objetivo de enganchar al espectador en una serie de misterios por descifrar a contra reloj, mientras se nos deleita visualmente en un pase por la bellísima ciudad de Roma y sus iglesias. No está mal como un plus, ¿no? Un acierto es el casting de la actriz israelita Ayelet Zurer que interpreta a la científica italiana Vittoria Vetra, que además de una belleza de mediana edad, trae a la película un aire verosímil. Vetra y Landon hacen un dueto sin el más mínimo dejo de coquetería, cosa que se agradece, en la búsqueda de una bomba antimateria en las entrañas del Vaticano. Actúan: Tom Hanks, Ewan McGregor y Ayelet Zurer, Dirige: Ron Howard