Este 7 de febrero, Calvin Klein regresó a la pasarela en Nueva York con un desfile que quedará grabado en la memoria de la industria. La colección marcó el debut de Veronica Leoni como directora creativa , trayendo consigo una visión fresca, manteniendo el sello minimalista de la casa, pero con un giro contemporáneo.
Calvin Klein pisa fuerte durante la Semana de la Moda de Nueva York
Calvin Klein está de vuelta, más fuerte y relevante que nunca en New York Fashion Week.
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Una colección para recordar
El escenario del desfile fue una declaración estética por sí misma, un espacio con una alfombra que exhibía el nuevo logotipo de Calvin Klein. Esta puesta en escena no solo celebró el legado de la marca, sino que también proyectó una visión vanguardista, en la que lo clásico y lo moderno se juntan de forma orgánica.
Las 63 salidas del desfile demostraron la capacidad de reinterpretar el minimalismo con un enfoque monumental y adictivo. La colección presentó una paleta de básicos elevados con abrigos estructurados, gabardinas imponentes, trajes impecables y blusas de seda.
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Minimalismo como tendencia
La sastrería, uno de los pilares de la propuesta, se presentó en diferentes siluetas como esbeltas, sueltas y drapeada. Esta diversidad de formas demostró la versatilidad de la colección, que abraza la estructura y la fluidez del movimiento. Además, el juego con las proporciones y los volúmenes añadió una dimensión que equilibró la tradición con la innovación.
La riqueza de los tejidos fue otro de los grandes aciertos de la colección. Desde lana y cachemir hasta telas más rígidas gabardina y la sarga, algodones y el satén suave. Esta diversidad textil no solo enriqueció la propuesta visual, sino que también acentuó la experiencia de las prendas, pensadas para ser vividas.
Veronica Leoni ha logrado conectar el legado de la marca con una visión contemporánea, en la que el minimalismo se redefine a través de la autoexpresión, la sensualidad sutil y una elegancia atemporal.
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