Así es el 'savoir faire' de Daniel Espinosa

Antes de crear el taller-museo vivo, la construcción donde se encuentra Casa de Plata, fue una casa de estilo californiano que perteneció a la familia de Daniel, pero fue hace tres años que decidió darle un puñado de aire fresco y la adaptó para convertirla en su taller.

Es precisamente ahí donde surge toda la magia joyera, gracias a la creatividad del diseñador y de las manos de cerca de 100 artesanos, que trabajan todos los días en las piezas que podemos encontrar en sus boutiques dentro y fuera del país.

La edificación de dos plantas cuenta con nueve áreas fundamentales para las creaciones en plata y otros materiales, tales como: fundido, laminado, moldeado y cincelado, soldado, pulido y brillo que se realiza manualmente para conseguir un mejor acabado, galvanoplastia, ensamblado y el almacén de piedras preciosas donde se encuentra gran cantidad de materiales para la creación de piezas finales.

Aunque por todos lados hay un sin fin de piezas de joyería, sin duda, una de las que más llamaron nuestra atención fueron los joya bolso. Una recreación de las tradicionales cajitas de madera de Olinalá, son pintadas a mano y adornadas con joyería, gemas y un forro de tela interno.

Luego del recorrido por Casa de Plata, nos dirigimos al hotel Posada de la Misión, donde ya nos esperaban a comer con un mole rosado. Posteriormente, nos trasladamos a la iglesia de Santa Prisca, donde pudimos apreciar su estilo barroco mexicano.

Al salir, ya nos esperaba un mariachi y caballitos de barro con mezcal para iniciar una callejoneada, que culminó afuera de una boutique de Daniel con un tradicional torito de cohetes, mientras sonaban de fondo los acordes del mariachi.