Las cuotas de las celebridades para ir a Fashion Week
Mientras la mayor parte de quienes seguimos los eventos de las Fashion Weeks más importantes pagaríamos grandes sumas de dinero por estar ahí, aunque fuera en la última fila (y parados), cada vez son menos las celebridades que asisten a los desfiles solamente por amor al arte.
Y es que aún si las actrices más chic de Hollywood adoran evaluar qué vestidos podrían usar en su siguiente alfombra roja, se les ofrecen cantidades tan grandes de dinero que algunas han dejado de asistir si no es a cambio de un cuantioso cheque.
Casi todas las dueñas de los Louboutins que vemos en la primera fila de las pasarelas más esperadas han negociado –o sus representantes, bueno– con las casas de moda antes de decidir asistir a su show. El negocio es bastante parecido a un deportista promoviendo una bebida energética: si el público cree que lo usas se verán más atraídos. Y además los papparazzis no dejarán de asistir si saben que tal o cual celebridad hará acto de presencia.
Hablemos de recompensas. Aún si no se les ofrece dinero en efectivo –o cheque, o transferencia, suponemos– hasta las estrellas menos llamativas no rechazan la oferta de unas agradables vacaciones en París o Milán, con hotel y vuelos pagados, por supuesto.
A Rihanna se le pagaron casi 100 mil dólares por pasar un rato en el desfile de Karl Lagerfeld el año pasado, siendo esta la misma cantidad que se le ofrece a Beyonce. Blake Lively y Kim Kardashian están en el siguiente nivel, recibiendo alrededor de 50 mil dólares por aparición, como si la primera no tuviera suficiente con el amor de Karl.
¿La ganadora indiscutible? La actriz Jessica Chastain recibió 800 mil dólares por hacer acto de presencia en la pasarela de Armani Prive este año, o por lo menos eso es lo que se rumora. Esto seguramente resulta una terrible ofensa para quienes son leales a la marca, como Anne Hathaway y Cate Blanchett, que asisten por amistad con el diseñador y una historia de utilizar sus prendas.
Por lo general los tratos más impresionantes son exclusivos, como uno que se le ofreció a Jennifer Lawrence para asistir al desfile Haute Couture de Dior en julio, en el que se sentó junto a Harvey Weinstein y no asistió –o no se le permitió asistir– a ningún otro desfile.
Este conocimiento hará, definitivamente, que pensemos dos veces antes de asumir que una actriz o cantante adora a alguna marca. Por ejemplo, en la pasarela de Calvin Klein de la más reciente New York Fashion Week, la cantidad de celebridades era sorprendente, con caras tan importantes como Amy Adams, Emma Stone y Diane Kruger. Así que nos preguntamos, ¿significa esto que CK tiene una fiel base de seguidoras famosas, o que tiene un presupuesto infinito para pagarles por aparecer en su show?
En París, sin embargo, las cosas cambian un poco, pues la mayor parte de las "A-Listers" que se presentan lo hacen por asuntos contractuales o por fidelidad a la marca. Ver a las antiguas y nuevas caras de Dior en la primera fila de sus pasarelas es inevitable –Marion Cotillard, Natalie Portman y Charlize Theron, entre ellas–, y las musas de Chanel suelen hacer apariciones sin falta.
El caso más especial, y seguramente el más envidiado, es el de Salma Hayek, cuyo esposo François-Henri Pinault es el director de PPR, compañía dueña de casas de moda como Yves Saint Laurent y Balenciaga. Su lugar en primera fila seguramente está marcado con tinta indeleble, y es una de las pocas actrices que van sin otro tipo de remuneración. Aunque tal vez es porque está casada con ella.